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EL UNDÉCIMO MANDAMIENTO

Jeffrey Archer

Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1998, 309 p.

Los lectores normales de cualquier libro no se suelen fijar en la página inicial de agradecimientos, en la que el autor parece rendir tributo a una lista de familiares y amigos que le han ayudado o han sido comprensivos con su trabajo. Esta vez la lista de agradecimientos no tiene desperdicio, porque en ella se incluyen a un ex director de la CIA, un ex fiscal general, un asesor de seguridad nacional y una serie de personalidades relevantes de la vida política y social norteamericana. También aparecen en esa lista figuras del mundo ex soviético, y “tres miembros de la mafia de San Petersburgo que no me han permitido publicar sus nombres”. La asesoría de tales personas ayudó sin duda a Jeffrey Archer a escribir una novela apasionante alrededor del papel que juega la CIA en el montaje de varios intentos de asesinatos políticos en países extranjeros. No queda muy bien parada la Central de Inteligencia Americana, especialmente su directora en la novela, Helen Dexter, una mujer fría, de mente brillante y asesina, obsesionada por el poder, su único dios. Ella es la segunda protagonista, más que el mismo presidente de los Estados Unidos, Tom Lawrence, hombre honesto y de buenas intenciones, que choca con el antagonista de la novela, el recién elegido presidente de Rusia, Zerimski, personaje siniestro, vengativo y zafio, con muchos rasgos de lo que fue Nikita Kruschov. El protagonista es Connor Fitzgerald, al servicio de la CIA, pero no en su nómina, para que la institución pueda deshacerse de él si se ve apremiada (el undécimo mandamiento, dice el autor de una forma por demás irónica, reza así: no dejarás que te cojan. Pero si te pillan, niega absolutamente tener nada que ver con la CIA. Y no te preocupes, la Compañía siempre cuidará de ti). Connor vive una vida normal de familia y ha ocultado durante años a su mujer su verdadero trabajo, hasta que ella lo sospecha y lo descubre. Pero ya nada podrá evitar que tanto ella como su hija, y el futuro yerno, se vean envueltos en los ventarrones de una acción que las lleva a donde no pudieron sospechar.

Los detalles muy precisos de la preparación de los asesinatos, las persecuciones, el conocimiento del armamento, de los espacios donde ocurre la trama, revelan a un escritor muy detallista y bien informado. A veces busca el efecto sorpresa en el lector de una manera un tanto artificial, pero en conjunto la novela se lee con mucho interés, a veces con tensión, a veces con repugnancia hacia los manejos turbios de los personajes. Es el submundo de la mafia soviética y la CIA, equiparables en cuanto a fines y procedimientos, el que se refleja en esta novela testimonio. Lenguaje al servicio de la acción, morosamente descriptivo cuando quiere subir la tensión, rápido y fulgurante en los momentos decisivos.

Octubre 2001

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Comments
  • osvaldo
    Responder

    las novelas de jeffrey archer son una garantía, gran escritor, gran contador de historias, siempre esperando tener un momento libre para retomar sus lecturas

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