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EL NOVENO CLON

Wes Craven

Madrid, Suma de Letras, 2000, 461 p.

Esta novela desarrolla una temática original, que irá haciéndose cada vez más actual: la fabricación de clones humanos a partir de individuos eminentes. Es una versión actualizada de lo que han pretendido los movimientos racistas de la historia humana como el nazismo y similares. En este caso se trata del éxito alcanzado en la clonación secreta de algunos científicos, especialmente de un físico al servicio del poder militar norteamericano, quien está a punto de perfeccionar un arma letal capaz de destruir masivamente a los seres vivos, con un poder de precisión y un alcance fantástico. El laboratorio supersecreto donde se desarrolla el arma está en Vieques, la pequeña isla cercana a Puerto Rico, usada por la marina norteamericana como campo de tiro.

La novela arranca cuando los clones que fueron exitosos hace más de 30 años van a ser usados para que sus cuerpos reemplacen a los soportes viejos de los científicos gastados y así puedan seguir desarrollando sus descubrimientos letales. Los clones son personas normales y no conocen su origen. Peter Jance es el físico inventor del arma, del que fue clonado el primer ser que se logró con éxito. Cuando su cerebro es trasplantado al cuerpo joven del que fue su clon, de nombre Hans Brinkamn, experimenta sentimientos y reacciones confusos y mezclados. La tensión interna que siente – a ratos actúa y piensa como Jance, a ratos como Hans – le hará abandonar definitivamente el proyecto y huir de Vieques, donde estaba prácticamente secuestrado bajo la dictadura implacable del coronel Henderson. Peter Jance es el esposo de una mujer científico de gran valía, Beatrice, quien le convenció para que se dejara hacer la arriesgada operación de trasplante de su cerebro a un cuerpo joven. La operación, descrita con detalle, tiene éxito gracias a la sustancia desarrollada por Beatrice.

Llevada a cabo la operación y después de un período de adaptación, Peter Jance va experimentando una transformación interior. Después de varios choques con sus vigilantes, termina por escaparse de Vieques, en buena parte por su inconformidad creciente con el proyecto, pero también por encontrarse con Elizabeth, la amante de Hans, hacia la que se siente atraído con una fuerza superior a su voluntad.

Comienza entonces una persecución en toda regla, muy del gusto americano, y que se presta para una película de gran movimiento y efectos: mensajes en clave en las computadoras, persecuciones en el aire, la eliminación aparatosa de varios perseguidores, mucha tensión y angustia. Beatrice y Peter logran escapar junto con Elizabeth, que después se revelará haber sido clonada de Beatrice. Las peripecias se suceden, el acoso es incesante por varios aeropuertos norteamericanos, la evasión del estrechamiento ocurre siempre por muy poco. La situación encuentra un final de acuerdo con el arrepentimiento de Jance, quien logra impedir la creación del arma letal, pero a costa del supremo sacrificio.

Los personajes malvados, sobre todo el coronel Henderson, son demasiado estereotipados. En cambio el mundo interior de Peter Jance y su transformación atrapan al lector. Sus cambios de humor y personalidad tal vez sean un anticipo de lo que nos espera en este camino sin retorno que se abre con la clonación humana. Por supuesto, el enfoque de esta problemática no es filosófico en la novela ni mucho menos religioso, sino científico y psicológico. Las mujeres de la novela son, por supuesto, bellísimas – la joven es modelo –, para que se añada un atractivo mayor al suspense.

Diciembre 2002

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Comentarios
  • Fco Javier Canales
    Responder

    Lo que no me gusta de tu comentario es que haces spoiler al lector que aún no ha leído el libro sin avisar primero.

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