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THE EDUCATION OF LITTLE TREE

Forrest Carter

Albuquerque, University of New Mexico Press, 20th ed. 2000, (1ª en 1976), 216 p.

El libro del año, ganador del premio Abby. Es la historia contada por un niño cherokee, que queda huérfano a los cinco años y comienza a vivir con sus abuelos, quienes le educan de acuerdo con su visión india de la vida, de la naturaleza y de los seres humanos y le llaman arbolito, “little tree”. Los hechos ocurren en la década de 1930. Dentro de su aparente ingenuidad el niño presenta una crítica al mundo del norteamericano blanco moderno, a sus valores y costumbres. El niño va aprendiendo a conocer, respetar y querer a los árboles, los pájaros y los animales domésticos y salvajes. Nunca se debe matar por gusto sino por necesidad, al contrario de lo que hacen los blancos. El abuelo conoce a los perros de la casa mejor que si fueran personas: sus habilidades, su humor, su lealtad. Les manda seguir pistas, buscar a alguien, traer algo, y ellos saben muy bien lo que deben hacer. El viejo burro que ayuda en el campo también forma parte de la familia.

Sólo la abuela sabe leer y ellos van al asentamiento y alquilan libros para que les lea. Luego el abuelo se hace un lío con los personajes, especialmente cuando son políticos. La política es algo malo, sólo tiene que ver con no trabajar, poner impuestos y vivir a costa de los demás. Los breves encuentros que tienen abuelo y nieto con personas blancas conducen a una incomprensión mutua total que el abuelo atribuye a su condición de políticos.

La visión que el niño adquiere de las diferencias entre los grupos religiosos son tragicómicas: los baptistas son cerrados y creen en el determinismo de lo que sucede, cosa que irrita a los presbiterianos. Los baptistas practican la sumersión total en agua para la purificación, mientras que los metodistas consideran que es suficiente salpicar con unas gotas. El niño no entiende por qué esta cuestión del agua sea tan importante. Hay una familia de episcopalianos ricos, a los que el pastor hace reverencias. Little Tree observa y describe y en el fondo hay una crítica irónica al mundo de las religiones.

Willow John y Mr. Wine son dos personajes entrañables. Willow John es un cherokee más viejo que el abuelo, hierático, digno, serio, orgulloso de su raza. Mr. Wine es casi centenario y toma gran afecto al niño, y le regala cosas simulando que es el niño quien le hace un gran favor al tomarlas.

Es indignante la forma en que el ejército federal se apodera de un pedacito de tierra que unos pobres desharrapados han logrado poner a producir con la ayuda oculta de un sargento. Éste muere en la acción del asalto por defenderlos del robo, pero oficialmente es declarado desertor y los pobres son los que, según la versión oficial de los hechos, se alzaron en rebeldía contra el ejército.

Dos ávidos comerciantes, que han oído que el abuelo de Little Tree hace buen whisky, quieren explotarlo, pero les sale mal la jugada, porque el niño los lleva por caminos de montaña hasta que se extravían y tienen que pasar la noche en descampado, aunque luego les ayudan a salir sucios y escarmentados. Ese capítulo es de lo más divertido por el estilo en que está descrita la aventura.

El capítulo Down from the Mountains es muy triste. Una señora de pelo gris y un hombre llegan a casa del abuelo y Little Tree es arrancado de su casa por “la ley”, porque los abuelos supuestamente no están en capacidad de educarlo y el niño tiene derecho a un porvenir “civilizado”. Lo envían a un orfanato lejos de su ambiente, donde es considerado como bastardo y tratado despectiva e inhumanamente. Pero el abuelo va a rescatar al niño y la felicidad parece que va a ser permanente. Dura poco porque el viejo Willow John se despide de ellos en su cabaña lejana. La muerte de este patriarca indio es imponente: “Miró a lo lejos sobre las montañas, hacia el oeste… Comenzó su canto de despedida, reclamando a los espíritus para que vinieran. El canto de la muerte. Comenzó suave en su garganta y creció más alto y luego se volvió más y más fino. Después de un rato no se podía saber si era el viento o Willow John lo que se oía. Sus ojos se apagaron a medida que los músculos de su garganta se movían más débilmente. Yo y el abuelo vimos cómo su espíritu se iba hundiendo en sus ojos y sentimos que abandonaba su cuerpo. Un momento después se había ido.”

Los tres protagonistas – los dos abuelos y el niño – son algo especial. Granpa es un viejo lento, sereno, sabio, que no entiende el mundo del blanco y que añora los tiempos en que los indios podían vivir en paz. Transmite al niño su conocimiento de la naturaleza, sus creencias mágicas en el lenguaje de los árboles y en el canto de los pájaros. Tiene gran amor por la abuela y por el nieto, pero es parco en expresarlo. Granma conoce los secretos de las hierbas para preparar las carnes y los pescados, sabe leer y es el sentido común en persona. Quiere mucho al nieto y lo recibe con una canción en la que le impone el nombre indio de Little Tree. El niño contempla el mundo desde la perspectiva de su educación cherokee. Cree todo lo que le dicen, aunque a veces vea contradicciones que manifiesta cándidamente; se asombra de que haya gente distinta y mala, y relata los hechos sin adjetivaciones, tal como los ve. Habla con naturalidad del apareamiento de los seres vivos y esto causa gran escándalo en la maestra del orfanato, que lo lleva al rector para que sea castigado físicamente.

Cuesta al comienzo entrar en el inglés del libro, que imita las incorrecciones de gente iletrada y especialmente de los cherokees, pero luego el lector se acostumbra y el estilo forma parte entrañable del mensaje y contenido de la obra. Algunas metáforas son bien bonitas y originales: el sol empujó la niebla hacia las honduras buscando la sombra.

Una lectura distinta, hermosa, gratificante, llena de sentimientos humanos.

Marzo 2004

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