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PARA QUE NO ME OLVIDES

Marcela Serrano

México, Alfaguara, 1998, 252 p.

El universo interior de una mujer que tras sufrir una trombosis cerebral pierde totalmente el habla y es incapaz de reconocer el lenguaje impreso, quedando por tanto confinada a sus vivencias pasadas, que la autora describe con una maestría que parece autobiográfica. Blanca, la protagonista, ha vivido en un mundo privilegiado, protegida por un marido rico y exitoso que siempre tomó todas las decisiones por ella con la excusa de querer evitarle el dolor y hacerle la vida más fácil. Lo que logró en realidad es que Blanca no haya conocido la verdadera vida chilena, especialmente las atroces persecuciones políticas del régimen de Pinochet.

Pero su vida da un vuelco cuando conoce a través de su cuñada a una mujer de inferior condición social, Victoria, que ha perdido a su marido en la represión pinochetista. Este encuentro lleva a otro que transformará la vida de Blanca. Conoce al Gringo, un hombre atractivo que también sufrió la persecución política, amante ocasional de Victoria, y se enamora de él de tal manera, que su vida comienza a girar alrededor de los encuentros con el Gringo. Su marido la descubre y termina por abandonarla, llevándose al hijo mayor que nunca congenió con la madre. A ésta sólo le queda la compañía de Trinidad, la hija menor, a la que siempre quiso más que al hijo, para compensar en cierto modo el desafecto del padre. También es verdad que su marido, José Luis, era de un egocentrismo enfermizo, incapaz de atisbar el mundo interior de su mujer y de interesarse por ella.

La escritora desarrolla su novela en el ambiente posterior a la era de Pinochet, en ese Chile escindido y dolorido, en donde muchos esperan que la justicia reivindique a los desaparecidos del régimen y en donde muchos quieren olvidar y no pueden.

Es increíble la capacidad de hurgar en el mundo interior de la mujer después de que le diagnostican la afasia, de ver la vida a través de los ojos de una impotente, rabiosa, deprimida y orgullosa Blanca. Cómo se niega a ser tratada como minusválida, aunque sabe que lo es. Cómo va soltando las amarras que le unen a la realidad y se niega a que la compadezcan. Cómo sólo le va quedando un recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue, y cómo su amiga Victoria le va descorriendo la amarga realidad del egoísmo profundo del Gringo, que la abandona por incapacidad de enfrentar su propia realidad de impotente.

Marcela Serrano ganó con esta novela un premio literario en 1994 y realmente que es merecido. Usa un lenguaje sobrio, preciso, nervioso, interiorista. Lenguaje que cumple de sobras el difícil cometido de internar al lector en el panorama difícil y escurridizo de la falta absoluta de horizontes vitales.

Abril 2004

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