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CHESAPEAKE

James A. Michener

New York, Random House, 1978, 865 p.

Novela que es, al mismo tiempo, un gran estudio sociológico de grupos humanos, una presentación de caracteres de gran fuerza, un angustioso reclamo contra la contaminación que el hombre inconsciente lanza contra la naturaleza, un despliegue de conocimientos sobre las aves y otros animales que pueblan la hermosa bahía de Chesapeake en la costa atlántica, donde confluyen tres Estados: Maryland, Virginia y Delaware. Se podría decir que la gran protagonista es la bahía misma de Chesapeake y, afinando más, Devon Island, la isla en la entrada del Choptank River, creada por los glaciares en retroceso hace once mil años, y erosionada por las olas hasta su desaparición actual, después de haber albergado a una de las familias señeras de la novela: los Steed. Todo el conjunto de costas, bahías, playas, ríos que desembocan en la bahía, arenales, bosques y corrientes de agua que dan vida a cangrejos y ostras, constituyen el hábitat privilegiado y el escenario para la vida de los seres humanos que lo pueblan a partir de finales del siglo XVI hasta nuestros días.

La novela discurre por cuatro siglos de historia, desde finales del siglo XVI hasta finales del XX, y se desarrolla en capítulos iniciados cada uno por un viaje significativo. La zona estaba habitada en los remotos tiempos por varios grupos indígenas diferentes: los susquehannocks, guerreros violentos, grandes de cuerpo y figura; los nanticokes, también guerreros, situados más al sur, y un grupo pequeño, que no se defiende ante los invasores, sino que huye y les permite el saqueo, para luego retornar a su zona. Pentaquod es repudiado por su tribu susquehannock y adoptado por éstos últimos, de los que se convierte en jefe y a los que libera de su vergüenza, estableciendo la paz duradera entre el pequeño grupo y los nanticokes. Es el iniciador del primer asentamiento en la isla de Devon y el que tiene el primer contacto estable con un nuevo grupo invasor a fines del siglo XVI, los blancos.

Los blancos se van apoderando en varias décadas de los terrenos que siempre habitaron los indígenas. Ávidos de ganancias, talan los bosques y dedican los terrenos a la siembra del tabaco, que se vende bien en Londres y París. Los indígenas son poco a poco expulsados de sus territorios y luego abiertamente masacrados. Algunos blancos se convierten en negreros, importadores de negros africanos, que luego pasan a servir como esclavos de las haciendas. Toda la novela es un alegato permanente antirracista y muestra cómo desde el comienzo los negros han sido considerados de raza inferior, incapaces de leer y escribir, han sido privados de sus derechos y condenados a una vida infrahumana. El racismo discriminatorio persiste hasta los tiempos actuales, más de un siglo después de haber sido oficialmente abolida la esclavitud.

Varias familias van cobrando importancia a lo largo del relato: los Steed, católicos de origen inglés, fugitivos de las luchas religiosas en la Inglaterra de Enrique VIII y María Tudor, primeros propietarios importantes de la zona; los Paxmore, cuáqueros, que se convierten en grandes artesanos fabricantes de barcos y en predicadores acérrimos contra la esclavitud; los Turlock, enrazados con los indígenas, habitantes de las marismas, cazadores eximios, gente bruta y violenta e incapaz de comunicarse, pero con un instinto increíble para dominar las aguas y los pantanales y servirse de ellos; los Janney, de la orilla oeste de la bahía, opuestos a los Steed, pero luego emparentados con ellos. Luego vendrán, huyendo de la hambruna irlandesa a mitades del siglo XIX, los Caveny, que proporcionan comerciantes, maestros y sacerdotes para el cuidado de las almas. Y por último la pareja de los Cater, primeros negros que consiguen la libertad, cuyos descendientes serán importantes en el desarrollo de los acontecimientos de finales del XIX y durante todo el siglo XX.

En el relato cobran gran relieve las mujeres, sobre todo en los primeros tiempos: Tciblento, la hija de Pentaquod, hermosa e inteligente, pero despreciada por Edmund Steed, que no quiere casarse con ella por ser indígena; Ruth Brinton, casada con el primer Paxmore, víctima como él de la terrible persecución religiosa contra los cuáqueros, mujer de indómita fuerza y valor, de una vivencia religiosa admirable, que despierta gran admiración en el primer sacerdote católico de aquellas tierras, que congenia con ella; Rosalind Janney, tal vez la mujer más admirable, que viaja en 1701 desde la orilla oeste de la bahía para casarse con Fitzhugh Steed, que ha quedado viudo y con dos hijos. Rosalind es fea de cara y de cuerpo, pero con un maravilloso carácter, un talento y una cultura no comunes, que hacen olvidar su físico. Rosalind revoluciona la hacienda, flojamente administrada por su marido, la pone a valer y construye la hermosa casa sobre la isla de Devon, Rosalind’s Revenge, que habrá de constituirse en la referencia señorial de los siglos por venir. La familia de los Starbuck, cuáqueros valientes, especialmente la hija Rachel, campeones de la lucha por los derechos de los negros, a los que ayudan a huir a los Estados liberales del norte. Ya en el siglo XX, Luta Mae Cater, la agria luchadora negra contra la discriminación racial, encarcelada varias veces.

Otros temas van apareciendo a lo largo de esta vasta novela, que sin duda corresponden a intereses personales de su autor: la inhumana actividad de la piratería, apoyada por los Estados sureños y perseguida por los ingleses; la navegación a vela, en barcos construidos en los astilleros de los Paxmore; las costumbres de los gansos, las garzas y los patos, que habitan por millones en los estuarios de la bahía y que son cazados casi hasta su exterminio; la recogida de ostras y cangrejos, la actividad más lucrativa de la zona. Fuera de los temas ecológicos, también muy desarrollados por el autor, el libro presenta la efervescencia política y social de los años anteriores a la guerra civil, aunque no la describe, y se cierra con una diatriba sobre Watergate, en el que se involucra un miembro de la familia de los Paxmore, que defiende a Nixon por idealismo y conveniencia, pero es condenado a larga prisión, de donde sale acabado como ser humano.

Esta novela permite al lector asomarse a un mundo desconocido y fascinante. Al terminar de leerla se tiene la impresión de haber vivido en aquella zona durante largos años…

Agosto 2004

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