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LOS VERDES AÑOS

J. Cronin

México, Ed. Diana, 7ª ed. 1961 (1ª en 1948), 358 p.

La historia de un niño, Robert Shannon, que queda huérfano a los 8 años en su Irlanda natal y pasa a vivir con sus abuelos escoceses en un pequeño pueblo, Levenford. Los abuelos habitan una vieja casa de piedra gris, llamada Lomond View, pero no viven solos. Componen también la familia el padre de la abuela, bisabuelo del niño; dos tíos jóvenes: Kate y Murdoch, ella maestra y soltera, él fracasado en los estudios y a quien sólo le interesa la jardinería. Para completar esta galería de personajes hay que añadir a la bisabuela, la madre del abuelo, que pasa la mitad del año en Lomond View y la otra mitad con unos parientes. Forma parte de la familia Adán, el hijo mayor de los abuelos, que vive en Londres dedicado a hacer dinero por medio de su trabajo en seguros.

Estamos a comienzos del siglo XX. Cada uno de los personajes de esta galería tiene un carácter diferente. El bisabuelo, Alejandro Gow, hombre alegre, galanteador de mujeres jóvenes a pesar de sus 70 años bien pasados. La bisabuela, dominante, que trata de apoderarse del pequeño recién llegado, es de una religiosidad angustiosa y obsesiva contra los papistas. El abuelo, inspector de aguas, avaro miserable, tacaño hasta la ridiculez. Su esposa, la abuela, mujer buena, que lleva el peso de la casa, siempre servicial y sufrida. Kate es maestra y siempre está de malhumor. ¿La razón? Es fea y no consigue novio. La situación cambiará cuando corresponda al amor de un obrero metalúrgico, a quien ella rechazaba por sus piernas torcidas, pero que la hará feliz. Murdoch ha sufrido constantes fracasos en los estudios, pero luego destacará en lo que es su gran pasión, la jardinería.

El pequeño Robert tiene un carácter tímido y melancólico. Los compañeros de la escuela lo vejan de mil formas, hasta que se hace amigo del chico más brillante del salón. La amistad con Gavin, las excursiones que emprenden en busca de huevos de aves raras, los proyectos que sueñan juntos, abren un espacio luminoso en la triste vida del protagonista. Robert se hace también amigo de su maestro, Jason Reid, que pasará a ser su mentor y protector y le ayudará en momentos difíciles.

La vida aldeana del pequeño poblado transcurre casi sin sobresaltos. Robert llega a la adolescencia y cae en la cuenta de que Alison, la niña con la que jugaba hasta hace poco, es de una belleza deslumbradora. Además es una artista con el canto y tiene éxito clamoroso en un festival. Robert la piensa inalcanzable, aunque la muchacha le da muestras de que no le es indiferente.

Robert ya se ha convertido en un joven de 18 años, inseguro, soñador, rebelde frente a la religión que tanto cultivó de niño. Trabaja en una fundición, pero quiere estudiar biología en la universidad. Esto se hará posible gracias al bisabuelo, a su testamento inesperado y generoso. Alison viaja con su madre a Londres para proseguir sus estudios musicales. ¿Qué pasará de su relación con Robert? La historia queda abierta, porque al autor solamente le interesa contar “los verdes años”, los años tiernos de la infancia y adolescencia de Robert.

Cronin adorna esta trama siempre interesante con estilo propio. Sabe interrumpir la narración con reflexiones dirigidas al lector sobre lo que va ocurriendo, al modo de los coros griegos, pero no abusa de este recurso. Está tan bien descrito el ambiente escocés del pequeño poblado, que uno se siente parte de aquella comunidad, de sus intrigas y avatares.

Noviembre 2004

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