MY STRUGGLE FOR FREEDOM. Memoirs
Hans Küng
William B. Eerdmans Publishing Co., Grand Rapid, Michigan / Cambridge, U.K. / Novalis, Saint Paul University, Ottawa, 2003, 478 p.
Hans Küng ha sido una de las personalidades más influyentes y controversiales en la historia moderna de la Iglesia. Nacido en Sursee (Suiza) en 1928, decidió seguir la carrera sacerdotal como adolescente, influido por el ejemplo de un gran sacerdote, Franz Xaver Kaufmann. Estudia filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde conoce y aprecia a muchos jesuitas, aunque la Universidad se orienta por la neoescolástica tradicional, muy pendiente del Vaticano. La teología la estudia en el Germanicum, también dirigido por la Compañía de Jesús. Los siete años en Roma le permiten tener un conocimiento y una vivencia, aunque sea todavía indirecta y hasta cierto punto lejana, de cómo funciona el Vaticano, de cuáles son las fuerzas e influencias que se mueven dentro de él.
Desde el principio de su vida, educado como él dice en un ambiente democrático y liberal, Küng da muestras de una libertad de espíritu que ha de chocar con las estructuras conservadoras de la Iglesia, que hasta el Vaticano II no supieron reconocer la libertad de conciencia y todavía no reconocen la libertad de pensamiento y expresión. Profesor de Teología en Tübingen a la temprana edad de 30 años, pronto alternó la docencia con escritos y conferencias por todas partes del mundo, anunciando a muchos auditorios lo que sería tema dominante para él en estos primeros años: la reforma de la Iglesia en fidelidad al Evangelio, apoyado en la exégesis moderna y en la historia crítica e historia de los dogmas.
Küng critica la figura de Pío XII, su rigidez dogmática, alejamiento, hieratismo y autosuficiencia. Por eso recibe aire fresco, él y la Iglesia entera, cuando queda elegido como sucesor Juan XXIII, quien sorpresivamente convoca el Concilio Vaticano II. La vida de Küng cambia: ve que se abren grandes perspectivas para la Iglesia, para el necesario aggiornamento, para su apertura al mundo y a la realidad actual, para la reforma de las estructuras de poder dentro de la Iglesia, especialmente del Santo Oficio, que es la instancia que todo lo decide en materia de fe y de costumbres, dirigido entonces por el temido cardenal Alfredo Ottaviani. Propone los grandes temas que ha de tratar el Concilio, encuentra simpatías por todas partes, despierta expectativas, halla tiempo para investigar, escribir y publicar libros densos, que se convierten en seguida en bestsellers: El Concilio y la Reunificación de los cristianos (1960), Estructuras de la Iglesia (1962), Iglesia viva: reflexiones sobre el Concilio Vaticano II (1963), La Iglesia y la libertad (1964), La Iglesia (1967).
Gran parte de este primer tomo de las Memorias se ocupa en describir con pormenores la preparación y el desarrollo de las cuatro sesiones del Vaticano II, entre 1962 y 1965. Juan XXIII muere en junio de 1963, después de una primera sesión en la que los obispos de avanzada, centroeuropeos sobre todo (Frings, Alfrink y Suenens entre los más destacados), apoyados por teólogos franceses, alemanes y holandeses de renombre (Rahner, Schillebeeckx, Danielou, De Lubac, Chenu, Congar y los jóvenes Ratzinger y Küng), logran desbancar los esquemas dogmáticos de la Curia vaticana y hacer aprobar por mayoría contundente esquemas menos condenatorios y dogmáticos, y más pastorales. La buena marcha del Concilio parece asegurada, pero he aquí que el nuevo Papa, Paulo VI, después de un prometedor discurso de apertura en la segunda sesión del Concilio y de una fuerte reconvención a la Curia vaticana, se deja poco a poco influir por ésta y va cambiando su postura, hasta situarse decididamente entre los conservadores tradicionales.
Küng hace un recuento de los logros del Concilio que vale la pena resumir:
- Se toma en serio la Reforma protestante como un acontecimiento religioso,
- Se valora fuertemente la Biblia en la liturgia, en la teología y en toda la vida de la Iglesia;
- Se logra una auténtica liturgia del pueblo de Dios tanto en la predicación como en la Eucaristía;
- Se revalora al laico en el culto y en la vida de la comunidad;
- La Iglesia se adapta a varias culturas y hay diálogo con ellas;
- Se reforma la piedad popular;
- Se”reforma” la curia romana.
Pero también especifica lo que no se logra:
- El control de la natalidad como asunto de responsabilidad personal;
- La regulación de los matrimonios mixtos (validez del matrimonio, educación de los hijos);
- El celibato sacerdotal en la Iglesia latina;
- La reforma de la Curia romana en su estructura y personal;
- Reforma de la práctica penitencial: confesión, indulgencias, ayuno los viernes;
- Reforma de las vestiduras y títulos de los prelados;
- La participación de las regiones eclesiales en el nombramiento de los obispos que les corresponden;
- Elección del Papa por el Sínodo de obispos, que es más representativo de la Iglesia:
Aparentemente el Santo Oficio, siempre minoritario en las sesiones, ha perdido la batalla en el Concilio: no ha logrado condenaciones de la modernidad, se aprueba la colegialidad de los obispos con el Papa como autoridad suprema de la Iglesia, el índice de libros prohibidos pierde vigencia y termina por desaparecer, se aprueba el ecumenismo y la libertad de conciencia. Pero la minoría conservadora logra manipular al Papa durante el Concilio y sobre todo después, y anula las conquistas logradas con tanto esfuerzo. Prueba de ello son las encíclicas papales que van a venir y que muestran un retroceso lamentable: Sacerdotalis coelibatus (1967), Humanae vitae (1968), Matrimonia mixta (1970). Las dificultades de Küng con el Santo Oficio no se hacen esperar, aunque el encuentro personal con Ottaviani no termina en prohibición y condena.
Küng relatará en la segunda parte de sus Memorias, los casi 40 años que siguen en su vida a partir de 1970, en los que su lucha por la libertad se ha ido transformando en la lucha por la verdad, por el servicio a una Iglesia que él ama, pero que quiere liberar de toda la sujeción a la imposición romana y convertirla en una verdadera comunidad de seguidores de Jesucristo, abierta al mundo, dispuesta a la unión con las Iglesias cristianas, deseosa de trabajar por la paz y la reconciliación entre todos. Que Dios lo acompañe en este camino por los años que le quedan.
Mayo 2005