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MARINA

Carlos Ruiz Zafón

Barcelona, Planeta, 2011, 290 p.

Óscar Drai es un adolescente típico, interno en un colegio jesuita de la Barcelona de los años 50. Se escapa con frecuencia para callejear por los barrios abandonados, que en otro tiempo fueron elegantes. Uno de esos días entra en una mansión medio abandonada y se roba un reloj de oro, más por precipitación y curiosidad que por lo que vale. Arrepentido, lo va a devolver y es ahí donde conoce a Germán Blau, antiguo pintor, y a su hija Marina, adolescente frágil e inteligente, que ve en Óscar al amigo que nunca ha tenido. Las aventuras que corren ambos por un antiguo invernadero, convertido ahora en guarida de fúnebres títeres de tamaño real, les va a llevar a un mundo fantasmal y macabro, relacionado estrechamente con Mijail Kolvenik, un prófugo ruso genio en la fabricación de órganos artificiales, que intentaba devolver la vida a los cadáveres. Hizo así una gran fortuna, se casó con una joven acróbata muy bella, y luego perdió todo por envidias de sus enemigos.

Aquí la trama se convierte en una sucesión de acontecimientos espeluznantes, que pierden verosimilitud por lo exagerados y por la manera en que los enfrenta Óscar, siempre arriesgando hasta límites imposibles que dejan chiquito a cualquier Supermán. Marina le sigue, está a punto de perder la vida a manos del cadáver resucitado de Kolvenik, pero Óscar la salva in extremis. Lo que aparece ahora es que Marina sufre una enfermedad incurable, de la que también murió su madre. La novela termina melancólicamente, sin que pueda llegar a buen puerto el frustrado amor adolescente de los protagonistas. Si hubiera rebajado las tintas inverosímiles de los sucesos fantasmales, Zafón habría escrito una bonita novela romántica.

Mayo 2012

 

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