ESTA GENTE
Francisco Suniaga
Bogotá, Random House Monadori, 2012, 226 p.
Francisco Suniaga ama a su tierra Margarita. Su novela anterior, “La otra isla”, es un canto a su patria chica, a sus costumbres, especialmente a las peleas de gallos. En esta novela presenta un tema curioso, los intentos de proclamar la independencia del estado insular por parte de un viejo, Gumersindo Salazar, amigo del padre del protagonista, José Alberto Benítez, abogado serio y reconocido en Nueva Esparta. Pero esta temática de fondo se entrelaza con la actividad sexual del abogado con Dinorah Terán, a quien ha conocido en los tribunales. La pasión entre ambos es tórrida y Suniaga no ahorra epítetos ni descripciones. Pero Benítez enferma de la próstata y eso constituye un inconveniente no previsto. Es operado, pero ya no volverá a ser el mismo y su relación con Dinorah se resiente. No sólo por eso. También se distancian porque Dinorah es juez en el caso abierto contra Salazar por su actividad independentista. A Salazar, contra todas las normas procesales, lo meten en un cuartucho sin ventilación en la sede de la policía, a pesar de que tiene 80 años, y Benítez es el abogado defensor. No consigue nada en sus intentos por sacar al viejo de esa cárcel inmunda y concederle prisión domiciliaria, y el viejo muere como héroe de sus ideas. La arbitrariedad de los tribunales, su total subordinación a los intereses de Caracas, al gobierno central, es criticada varias veces en la novela, como se muestra a continuación:
“Sin embargo, nadie quiere ser quien decida lo que la Constitución y las leyes de la República ordenan, porque hay otra voluntad superior a la del legislador, que es la que les importa. Existe una ley no escrita en texto legal alguno, casuística y caprichosa, que se presume conocida y nadie quiere contrariar. La mejor respuesta del subalterno es la inhibición, esperar que el jefe, o quien haga las veces, diga algo. Si no lo hace, su segunda opción es castigar ex ante, no vaya a ser que su omisión lo comprometa. Si se le pasa la mano en el castigo, nadie le va a reclamar nada. Usted lo sabe, los autócratas no serían posibles si no existiera una legión de subalternos dispuestos a cumplir fielmente su voluntad, a servir a su padrinazgo en detrimento de las leyes.” (218)
¿Es una novela de denuncia del régimen actual? No directamente, pero sí de forma indirecta. Las conversaciones entre los protagonistas están llenas de contenido, de ideas densas. ¿Es Suniaga partidario de la independencia de la isla? Por supuesto que no, pero se ha valido de esa idea para desarrollar una novela en extremo interesante, en la que aparecen mezclados temas tan disímiles como una ensoñación política y el mundo sexual del protagonista. Es curioso que el abogado protagonista tenga el mismo nombre del abogado en “La otra isla”. Asimismo, Boada, un psiquiatra que aparece en ambas novelas. ¿Qué pretende con esas coincidencias?
Enero 2013