Barcelona, Anagrama, 1999, 321 p.
“Entre 1983 y 1984, un grupo de estudiantes universitarios urde la compleja coreografía de sus relaciones en Ashdown, una residencia universitaria situada en una antigua mansión victoriana en lo alto de un acantilado, junto al mar. Allí se aloja Sarah, que sufre de narcolepsia y en ocasiones no puede distinguir entre lo que ha vivido y lo que ha soñado; Gregory, su novio, estudiante de medicina, que ha hecho de los ojos – la puerta del sueño – un fetiche sexual; Verónica, una lesbiana que le sucederá en el lecho de Sarah; y Robert, que está dispuesto a amar para siempre a la bella durmiente. Por la residencia merodea también Terry, un cinéfilo obsesivo, que duerme al menos catorce horas al día e idolatra a Ortese, oscuro y escatológico neorrealista italiano, director de una película perdida y maldita que sería el terrible antecedente de Salo, de Passolini. Todos ellos se encuentran y desencuentran, y se dejan mensajes entre las páginas de La casa del sueño, un novelón de principios de siglo.
El tiempo pasa y llega el momento de dejar la residencia universitaria y entrar en la vida. Las coreografías sentimentales y sexuales se complican, y finalmente el grupo terminará por estallar; cada uno se marchará por su lado, ya deshecha la frágil trama de amores y amistades. Pero doce años más tarde sus caminos volverán a cruzarse en la siniestra clínica que el doctor Gregory Dudden, un científico obsesionado por encontrar la fórmula que permita vivir sin dormir, ha abierto en Ashdown, donde todos ellos vivieron y soñaron…”.
Esta descripción de la contraportada del libro está muy bien en cuanto a la trama de la novela, pero no presenta el grado de rareza de los personajes, todos ellos afectados de algún tipo de enfermedad mental o extraña, como la narcolepsia. Especialmente Gregory, el novio inicial de Sarah, que se ha convertido siendo médico en un loco absoluto, en un obsesivo sin una pizca de sentimientos humanos por nadie. Extraño también es el comportamiento de Robert, siempre enamorado de Sarah, que inventa la existencia de una hermana gemela y que termina por transformarse en ella, en una mujer. Terry es tal vez el más normal, dentro de su rareza en cuanto al sueño, pues de joven dormía 14 horas diarias y luego de adulto puede pasarse semanas sin dormir. El título de la novela corresponde al mundo interior de sus personajes, porque ellos viven en un mundo onírico a medio camino entre el sueño y la realidad.
La novela está bien escrita, atrapa y desconcierta al mismo tiempo. Sabe manejar bien las situaciones aunque hayan transcurrido 12 años entre las antiguas (capítulos impares) y las segundas, doce años después (capítulos pares).
Febrero 2014