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LOS NUEVOS CENTURIONES

Joseph Wambaugh

Verticales de bolsillo, Barcelona, 2007, 412 p.

 

¿Es una novela costumbrista o es un tratado de sociología policial disfrazado de novela? Hay razones para considerar esta obra de ambas maneras. Los Ángeles es la ciudad escogida para desarrollar una serie de acciones policiales por los distintos barrios, donde sucede de todo: robos, asaltos, peleas familiares, prostitución en las calles masculina y femenina, hasta una revuelta de grandes dimensiones contra la discriminación racial. La mayor parte de los policías que patrullan la ciudad son jóvenes apenas formados en la academia de policía y se curten a la brava en situaciones inesperadas. Todos rehúyen el barrio negro, pero no está en sus manos escoger el lugar. Prefieren trabajar en barrios chicanos y, sobre todo, en las zonas donde los blancos dominan, porque allí hay menos problemas.

Este es el telón de fondo contra el que se presentan los diversos caracteres, muy distintos entre sí: desde el policía veterano y comodón, que envía a los más jóvenes a lugares difíciles o más bien les acompaña y les protege, hasta el joven policía que trata de aprovechar la situación de superioridad para la conquista de mujeres jóvenes o emborracharse a escondidas. Serge Durán es de origen mexicano, pero se le olvidó el español que aprendió de niño, además de que su aspecto de rubio irlandés logra conquistas fáciles. Roy Fehler es atrevido y no teme el peligro, pero vive separado de su esposa y de su hija a la que adora, lo cual le convierte en un soñador amargado. Va a ser el que sale peor parado. Gus Plebesly quería estudiar una carrera, pero se resignó a ser policía por no ser bueno para los estudios. Kilvinski es el que deja mejor recuerdo en todos por su sensatez y entrega a la tarea. Estos son algunos de los muchos personajes que se cruzan y entrecruzan en las distintas misiones que les son asignadas sin tiempo apenas para el descanso.

Algunas de las escenas de asalto violento, sobre todo por motivos de discriminación racial, son de un realismo sobrecogedor, parecen una filmación. El autor sabe sorprender a veces en desenlaces inesperados con un toque de humor. No es de extrañar por tanto, aunque parece un poco exagerado, lo que dice como reclamo James Ellroy en la portada: “Me lo zampé de un tirón. Es un tratado implacable del trabajo policial visto como un periplo inquietante y de moral ambigua”.

Diciembre 2014

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