SENDEROS DE LIBERTAD
Javier Moro
Bogotá, Editorial Planeta Colombiana, 2013 (original 1992), 575 p.
Javier Moro Lapierre (Madrid, 1955) es hijo de un alto empleado de la TWA y conoció el mundo desde pequeño. Es sobrino de Dominique Lapierre y con él ha trabajado alguna novela en común. Sus viajes por todos los continentes y su sensibilidad humana le llevaron a novelar situaciones y escenas que no dejan en buen lugar a la raza humana. Esta su primera novela, escrita a los 35 años, se desarrolla en la selva amazónica de Pará (nordeste) y de Acre (en el noroeste brasileño), donde los recolectores de caucho son esclavizados por los dueños de las plantaciones. Moro recorrió la selva durante tres años y se empapó bien de ese mundo de abuso y criminalidad, que todavía hoy no ha sido eliminado. Sus denuncias son reales: los abusos en los contratos, que llevan a la esclavitud a campesinos analfabetos; los héroes que luchan para que se acabe ese horror, el más aguerrido Chico Mendes, un humilde cauchero convertido en baluarte internacional de la defensa del medio ambiente, como dice la contraportada; el drama de los misioneros, que se juegan la vida en sus denuncias a las sordas autoridades; indígenas sin contacto todavía con el blanco, en pacífica posesión desde hace 7.000 años de tierras de las que son despojados.
Muchos campesinos de Ceará, en el nordeste brasileño, huyen de la sequía desértica que azota esa región. Los que emigran a la selva se encuentran algo peor: una naturaleza agresiva contra la que no están preparados y unas relaciones de explotación y de engaño que llevan a la muerte a muchos de ellos. Francisco Mendes, el padre de Chico, es uno de los emigrados que logra sobrevivir.
La congregación de los Siervos de María, con su obispo Moacyr Grechi al frente, se enfrenta valientemente a los terratenientes abusadores, que son capaces de matar a quienes se les opongan. Matan a Wilson Pinheiro, que ha logrado agrupar a los campesinos en un sindicato, y el gobierno militar los reprime cuando ellos en venganza matan a un hacendado. Chico tiene que huir. Él y su gente se han opuesto a la construcción de la carretera transamazónica, que tala millones de árboles para establecer granjas. Pero el suelo es pobre y las granjas fracasan. La carretera se construye en menos de un tercio de su longitud y luego es abandonada, pero el desastre medioambiental queda. Los incendios y la devastación contaminan toda la selva.
Un personaje especial se abre paso desde el nordeste: Pernambuco, que estuvo a punto de morir perseguido por matones al huir de una fazenda. Se salva ayudado por Tarzán, una especie de antropólogo y buscador de oro de origen italiano, que le ofrece trabajo. Pero él prefiere convertirse en pistolero a las órdenes de un dentista explotador, que le encomienda asesinatos por encargo. Su nombre es pronunciado con miedo, pero él quiere terminar sus días en paz y acepta finalmente acompañar a Tarzán en la búsqueda de minas de oro en territorio de los kayapó, en la región sur de Pará. La escena en la que intentan matarle por encargo de su antiguo patrón el dentista es sobrecogedora. Su antigua frialdad de matón se tambalea: “la violencia que había ayudado a propagar se volvía ahora contra él”. Pero él sigue su vida de perro callejero hasta que va a parar a Rio Branco, en Acre, contratado por una empresa de pistoleros sin alma a las órdenes de quien les pague bien. Allí se encuentra con una prostituta con la que siente completa sintonía y resulta que ella es hija de un seringueiro venido como él de Ceará, Alfredo Eustaquio. Se enamora de ella y quiere sacarla de allí, pero ella sospecha que él se gana su vida como matón y da largas al asunto.
Mary Allegretti es una profesora de una universidad en Curitiba, donde lleva una vida de académica brillante, casada y con un hijo. Pero conoce Acre a través de Aquino, un estudiante de allá, viaja a la región para hacer una tesis y se enamora de ella. Vive en una comunidad de seringueiros (recolectores de caucho) y se da cuenta de que viven en esclavitud, a pesar de que el caucho brasileño no es codiciado en los mercados internacionales. Se dedicará a enseñar a leer y escribir a esos hombres explotados y les ayudará a tomar conciencia de su situación. Luego adquirirá renombre internacional y ayudará a Chico Mendes a dar a conocer al mundo el desastre de la Amazonia provocado por los voraces hacendados. Chico y Mary lograrán que el Banco Mundial cambie su política de apoyo a la devastación de su país.
Darli y Alvarino Alves son criminales desde su adolescencia en Paraná; huyeron de allí y se apropiaron de tierras de los seringueiros de Acre, con apoyo de la policía y las autoridades judiciales, compradas por estos matones. Son también mujeriegos increíbles, sobre todo Darli, que tiene un harén de cinco mujeres y treinta hijos. Deciden eliminar a Chico y al obispo Moacyr, que son los únicos que les han plantado cara. Pernambuco es el encargado de cometer el crimen, pero se arrepiente a última hora asqueado de sí mismo y decide vivir una nueva vida lejos de allí con su amada Marina (Rosa). No se sabe si cumplirá su propósito de regeneración.
Aunque Chico había predicho su muerte con mucha anticipación, ésta se va preparando con tensión creciente. Cuando acontece, sirve al menos para convertir a Chico en una figura mundial, la que más ha contribuido a crear una conciencia ecológica sobre la Amazonia y el mundo, que todavía está lejos de arrancar de los gobiernos acciones decididas para proteger el ambiente.
Esta novela-testimonio deja en el aire grandes preguntas sobre el ser humano. ¿Cómo es posible que la ambición, la gula por la posesión, desfigure a las personas hasta el punto de convertirlas en asesinos? ¿Por qué los gobernantes de todos los niveles terminan por convertirse en testaferros de los que más tienen? ¿Vamos hacia una catástrofe ambiental que se va a ir desarrollando gradualmente y que terminará por hacer imposible la vida en el planeta Tierra? ¿Por qué es y ha sido siempre el hombre y no la mujer el más ambicioso, el más explotador, el más sinvergüenza, el más corrompido en todos los órdenes? ¿Se escucharán alguna vez los gritos de los desposeídos, de los expulsados, de los perseguidos por barbaridades étnicas, religiosas y económicas?
Ojalá que el simbólico título de esta obra, Senderos de libertad, se amplíe hasta convertirse en autopistas.
Diciembre 2014