Madrid, Espasa Calpe S.A., 6ª ed. 1997, 1ª 1997
Que esta novela haya tenido seis ediciones en el mismo mes de mayo de 1997 indica el impacto que tuvo. Y con razón. Los últimos capítulos ofrecen una profunda filosofía de la vida que da mucho que pensar. La presenta en boca de Félix, el anciano anarquista, que vivió desde adolescente una intensa pasión libertaria, que luego fue derivando hacia una comprensión de lo bueno y lo malo del ser humano. Es un hombre en el fondo optimista, que se fija más en que la historia va mejorando con tropiezos y vueltas atrás, pero superando lentamente la animalidad, el sinsentido, la angustia. La protagonista principal, Lucía Romero, un trasunto de la propia autora, va pasando por una serie de acontecimientos inesperados, que la llevan a su propia filosofía de la vida, que se va acercando cada vez más a la de Félix.
La novela se inicia como una aventura policíaca y termina como una novela filosófica. “Lucía y Ramón llevan juntos diez años, unidos más por la costumbre que por el amor. Deciden pasar el fin de año en Viena, pero en el aeropuerto, minutos antes de que salga el vuelo, Ramón desaparece. Tras denunciar el caso a la policía, Lucía emprende la búsqueda por su cuenta, acompañada de dos personajes singulares: Adrián, un turbador muchacho de 21 años y Fortuna, un viejo anarquista de ochenta, antiguo torero y pistolero con Durruti. Esta es la historia de un misterio que pugna por desvelarse: el de la desaparición de Ramón, pero también el del sentido de la existencia.”
Las aventuras que pasa Lucía la llevan a descubrir una trama de corrupción de funcionarios del estado en la que participa su marido, que se hace pasar por secuestrado por una banda. Hay implicados policías, ministros, traficantes de toda clase… pero eso se va desvelando poco a poco, en medio de persecuciones, encuentros, amenazas, golpes y asesinatos… Parece más una novela de acción, pero va derivando hacia la reflexión sobre la vida, el amor, el encuentro, el sentido de la existencia. No creen en Dios ninguno de los personajes – tampoco la autora – y sí en cambio en una especie de ordenamiento del cosmos y de la pertenencia positiva de todos en él.
Se ve una crítica fuerte a los políticos, que son presentados como corruptos con pocas excepciones. La trama termina bien. Lucía se reconcilia consigo misma y con sus padres, separados hace muchos años y con los que tenía poca relación. Tal vez el personaje mejor descrito es el del anciano Félix, hombre sabio y certero en sus juicios. Novela que vale leer de nuevo una vez pasado el tiempo.
Noviembre 2016