Caracas, Fundación Simón Bolívar, 2014, 382 p.
Oscar Emilio León Simosa, más conocido como Oscar D’León, es una de las figuras artísticas más famosas en Venezuela, si no la mayor. Nacido en 1943 en Antímano de familia humilde, tiene por dentro todo un mundo musical que expresa con el bajo, la canción y el movimiento. Es compositor, músico, intérprete y bailarín. Vive para la música, especialmente para la salsa y el son cubano, que interpreta mejor que cualquier nativo de la isla. Fundó la Dimensión Latina en 1972 y luego La Salsa Mayor. Tuvo choques con otros músicos, experimentó envidias por sus éxitos, pero no guardó rencores. William Briceño escribe la historia de su vida en el marco de los acontecimientos políticos, sociales, culturales y musicales que ocurrieron en Venezuela y en América a lo largo de la vida de Oscar. Un año clave en su vida fue 1983, cuando viajó a Cuba – en donde el régimen de Castro había hecho huir de la isla a los principales músicos – y renovó la pasión del público por el son. Viajó después por varios países, pero fue en Nueva York donde más éxito tuvo.
La historia de la radiodifusión, que en Venezuela comienza en 1926, es interesante tal como la relata el autor. También recorre la historia de la transmisión televisiva, que en Venezuela se remonta a 1952. La industria discográfica, muy pujante en otros tiempos, ha decaído por todas las posibilidades de bajar música gratis a través de Internet. También recorre la historia del béisbol en Venezuela, puesto que Oscar D’León, debido a su gran afición por la pelota, ha sido amigo de grandes peloteros como Omar Vizquel, Luis Sojo, Bob Abreu y Luis Aparicio el Grande, a los que entrevista el biógrafo.
Briceño relata también someramente la vida de grandes artistas como Celia Cruz, Felipe Pirela y otros. Por cierto que a propósito de Pirela expresa una opinión sobre Mons. Domingo Roa Pérez, arzobispo de Maracaibo, que es injusta y calumniosa, acusándolo de formar parte de la conjura que terminó en el asesinato del cantante zuliano. En otro asunto desagradable, Briceño defiende muy bien a Oscar D’León de la grave acusación que le hicieron de corrupción de una menor de edad, por la que estuvo preso unos días, mostrando que fue una calumnia orientada por la familia de la chica para sacarle dinero. Califica a Oswaldo Ponte de mánager de excepción y manifiesta que el impresionante éxito del biografiado se debe en buena parte a su extraordinaria dirección.
El autor describe con detalle un concierto en la Universidad Rafael Urdaneta en Maracaibo el 29 de septiembre de 2012, y lo aprovecha para encomiar el gran apego que tiene Oscar a todo lo zuliano. Muestra de ello es la grabación gratuita de un videoclip con el conjunto gaitero Gran Coquivacoa, cuyo autor es Neguito Borjas. Y en este mismo sentido en “la emisora Suite 89.1 FM, bajo la dirección de León Magno Montiel y la producción general de Mariana Ferrer Mello, hizo programas especiales desde los cuales se exteriorizaba el mensaje de solidaridad del pueblo zuliano para con el Sonero del Mundo, en una clara expresión del desgarrado amor que le profesan los zulianos”. (p. 352)
William Atencio muestra cómo sufre su biografiado por la situación actual de Venezuela en la que “nos encontramos con el índice inflacionario más alto del continente y uno de los más elevados del mundo, con una moneda en proceso de devaluación… Nos encontramos entre los cinco países más violentos de la tierra, los niveles de inseguridad han tocado los alarmantes resultados de más de cincuenta muertes violentas diarias”. Y eso que él habla de la situación de Venezuela hace tres años…
Oscar D’León ha visitado 174 países y ha recibido premios en Francia, Japón y Estados Unidos, Tiene 76 discos grabados y ha compuesto más de 80 temas. Todo un ícono, pues, para la música en Venezuela y Latinoamérica. Como dice un comentarista, “Oscar D’ león merecía una biografía que estuviese a la altura de su categoría artística y personal y lo ha logrado magistralmente su biógrafo.”
Marzo 2017