Sergio del Molino
Madrid, Editorial Turner, 2016, 292 p.
Hace falta haber leído muchos libros, haber viajado bastante y sobre todo haber sentido mucho para escribir un libro como este. Historia, antropología, literatura, sociología y poesía se abren paso en cada página de este ensayo. Sergio del Molino contempla la España vacía como quien pertenece a ella y también desde fuera, desde los ojos de políticos y literatos que la vienen contemplando desde hace tiempo. ¿Y qué es la España vacía? La meseta castellana, Castilla la Vieja, Aragón, Extremadura, todas las regiones interiores tradicionalmente secas y pobres, de donde han salido cuantos han podido para buscar un mejor medio de vida en las grandes capitales, dejando desiertos los pueblos. Es un fenómeno que viene durando ya más de un siglo. La meseta es como un mar de tierra, con sus colinas como olas, con su polvo y su quietud que evoca otros tiempos. Tiene monumentos del pasado y también historias, que el autor recrea con ayuda de grandes autores como Bécquer, Unamuno, los Machado, García Lorca, Valle-Inclán, Delibes, Dionisio Ridruejo, Pedro Laín Entralgo y otros muchos, sobre todo Azorín. La recreación que hace de las visiones y sentimientos de Bécquer en Veruela me tocan especialmente por el año y medio vivido allí. Las Cartas desde mi celda y la leyenda El monte de las ánimas son lecturas de mis tiempos mozos.
La Institución Libre de Enseñanza, de Giner de los Ríos y Manuel Bartolomé Cossío, inventó las misiones pedagógicas, que tanto hicieron por llevar la cultura y la ciencia al campo abandonado desde siempre. El autor las considera como un hito memorable de los esfuerzos laicos por llevar a la gente campesina a una vida mejor. La comarca típica, que mejor expresa el abandono de la España modernizante, es Las Hurdes en el norte cacereño. Buñuel filmó un documental de horror sobre la miseria de sus habitantes, film que fue rebatido por Gregorio Marañón. También Almodóvar sintió Las Hurdes en carne propia. Ahora esa comarca está siendo visitada por turistas que buscan descubrir un pasado mitológico que ya no existe.
Cervantes nació en esta región de la España vacía y el Quijote lo expresa cumplidamente. Pero querer descubrir con precisión los lugares de la Mancha donde el Quijote y Sancho viven sus aventuras es un propósito sin mucho sentido, puesto que la obra surge de la creación imaginativa de Cervantes.
Sergio del Molino, nacido en 1979, se considera de la generación de los “viejóvenes”, de esa generación “que llama a los orígenes, que invoca las viejas mitologías y que aspira a recrearlas o a jugar con ellas desde la contemporaneidad” (p. 244). Y así se ve en este entrañable escrito, producto de un hombre ilustrado, nacido en Madrid, que pasó sus primeros años en la costa valenciana y que vive en Zaragoza, a la que considera su ciudad: “Estoy en mi ciudad, Zaragoza, pero puedo estar en Valladolid o incluso en Sevilla, Valencia o cualquier capital de comunidad autónoma que rebase el medio millón de habitantes” (p. 149). Expresa una visión intimista, pero también ilustrada, paisajista, y en definitiva cercana a todo hombre o mujer que vivan en esa España vacía.
Es interesante su visión de cómo el carlismo ha servido de fundamentación y de apoyo no pretendido a los anhelos catalanistas y vascos de independencia. Cómo perduran los conceptos medievales de ejercicio de la representación política en muchos términos como juntas, fueros, cortes, etc. Y se desliza con cuidado en la crítica a esta cultura actual tan materialista a través de expresiones tan aparentemente ajenas a los valores tradicionales del tradicionalismo religioso, como es el rock y los escritos de autores jóvenes actuales.
Como dice el párrafo final de la contraportada, “Un ensayo originalísimo y emocionante, escrito por una voz joven, con mirada política y sensibilidad literaria. Un libro imprescindible, que le hará pensar en su familia, en sus raíces y en su forma de vivir”.
- Javier Duplá sj.
Madrid, junio 2017