Stephen King
Barcelona, Círculo de Lectores, 2000, 190 p.
¡Pobre Tricha! Se ha extraviado en el bosque y se pierde cada vez más adentro. Iba con su madre y su hermano por una senda bien señalada de 9 km., camino de un refugio donde iban a pasar el día, cuando se apartó para orinar. En lugar de regresar por donde había ido, decidió acortar camino y cruzar el bosque, pero se perdió. Y la pérdida iba a ser nada menos que de nueve días por todo el bosque recorriendo muchos kilómetros por pantanos y arroyos, cruzando bosques y planos, convencida de que algún día acabaría su tormento.
El autor narra con todo detalle los pormenores de ese viaje hacia la nada que sufre la pequeña Patricia. Tiene solo nueve años, aunque parece más. Pasa por toda clase de cansancios, privaciones, alucinaciones, fiebres, agotamientos. Cae innumerables veces por tropezar con raíces y por cansancio. Se corta con espinos y con rocas afiladas, se estremece de miedo ante sonidos que no conoce y que le parecen fantasmas amenazadores.
Lo que la salva es su amor por Tom Gordon, pitcher cerrador de los Red Sox, a quien ella admira y del que lleva una gorra con el número 36 firmada por él. El autor va distribuyendo las penurias de la pequeña en las nueve entradas de un juego de beisbol, como los muchos que ha ganado su admirado Tom. Conversa con él, le pide ayuda y en efecto él se la da, porque va resistiendo a todos los lanzamientos peligrosos que día y noche le hacen los mosquitos y las avispas, que le pican innumerables veces, las apariciones de monstruos que ella cree que la van a atacar, la lluvia tormentosa y el sol inclemente, los sonidos desconocidos y estremecedores, el agotamiento total.
Come bayas que encuentra, helechos, gualterias, y bebe con mucha sed de las aguas que va encontrando, estancadas o de arroyos. Sufre vómitos, dolor fuerte de estómago, fiebres, pero ella, al límite total de sus fuerzas, encuentra al fin una senda que le permite llegar a una carretera de tierra, donde un cazador la salva del ataque de un oso. Su familia la encuentra en el hospital a donde la llevan sus salvadores con una neumonía doble y la admiración por haber sobrevivido a una aventura tan extenuante cuando ya la daban por muerta. El gesto que le hace a su padre cuando la visita en el hospital es el mismo que hacía Gordon cuando salvaba un partido prácticamente perdido: elevar el dedo al cielo para dar gracias a Dios.
¿Novela de terror? ¿De angustia? ¿De admiración por la niña? De todo eso y un poco más al que persevere en leerla, acompañando a Tricha en su desventurada aventura.
Junio 2018