PURGATORIO
Tomás Eloy Martínez
Bogotá, Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taunus, Alfaguara, 2009, 291 p.
Treinta años aguarda Emilia Dupuy a su esposo Simón Cardoso, detenido por los militares de la dictadura argentina en 1976. Ambos son cartógrafos y los contratan para hacer una cartografía de una remota zona al sur de la Patagonia. En el último puesto de la guardia los detienen, no aceptan su acreditación y los encierran. Emilia es liberada al día siguiente, pero Simón desaparece, no regresa a Buenos Aires. Muchos le han dicho repetidas veces que lo asesinaron, pero ella no lo cree, lo sigue buscando incansablemente no sólo en Buenos Aires, sino en Río de Janeiro, Caracas y los Estados Unidos. En Venezuela se queda cinco años (por las descripciones se ve que el autor vivió exiliado en la capital venezolana). Pasa dos años en México, siempre convocada por llamadas misteriosas que le afirman que su marido está vivo. Treinta años más tarde Emilia queda paralizada en un restaurant de New Jersey al oír su voz. Es él sin ninguna duda, pero está igual de joven que cuando se vieron por última vez. Los años no han pasado por él. A partir de ahí quieren reconstruir sus vidas, se cuentan las historias que vivieron, hacen el amor como en los tiempos pasados, en fin, Emilia está en el séptimo cielo.
El autor hace un recorrido escalofriante de lo que pasó en los tiempos de la dictadura argentina: “En esos tiempos la gente desaparecía por millares sin razón aparente. Desaparecían embajadores, amantes de capitanes y almirantes, propietarios de empresas codiciadas por los generales. Desaparecían obreros que salían de la fábrica, peones de campo que dejaban los tractores en marcha, muertos que habían sido enterrados el día anterior y que se perdían de sus tumbas. Desaparecían niños del vientre de sus madres y desaparecían madres de la memoria de sus hijos. Algunas personas que llegaban enfermas a medianoche al hospital ya no estaban a la mañana siguiente.” (p. 70)
Pues bien, siguiendo con la trama de la novela, la segunda luna de miel que está viviendo la pareja queda interrumpida cuando él desaparece sin dejar rastro. Sin explicación, sin causa aparente, Simón se pierde en otra dimensión. Se deja entrever que ahí ha estado siempre, que el encuentro con Emilia pertenece a otra esfera de la realidad en la que ella se sumergió durante toda su vida.
Como se dice en un comentario de Wikipedia, “A partir de ese enigma, Purgatorio enlaza la ansiedad del amor perdido y recuperado con una reconstrucción magistral de la irrealidad siniestra creada por el régimen.
Sobre los mapas que trazaba esta pareja de cartógrafos se dibuja el de un horror invisible: no se muestran los campos de concentración sino la locura que los hizo posibles, en la que caben autopistas faraónicas, un mundial de fútbol y el patriotismo inflamado por una guerra insensata.”
La realidad de la siniestra dictadura argentina parece irreal cuarenta años después. Así pasó con el amor inicial de esta pareja a lo largo de las tres décadas de separación, para que en definitiva quede como dura lección de vida que la ilusión de un amor humano verdadero no puede coexistir con una realidad política inhumana. Lección que ahora podemos vivir en Venezuela.
Septiembre 2018