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ANTROPOLOGÍA CULTURAL DEL PUEBLO VENEZOLANO (Tomo I)

Alejandro Moreno Olmedo

Caracas, Fundación Empresas Polar – Centro de Investigaciones Populares, 2016, 434 p.

 

“Durante casi cuatro décadas, el equipo de trabajo del Centro de Investigaciones Populares, liderado por el padre Alejandro Moreno Olmedo, se ha dado a la tarea de realizar una rigurosa y metódica investigación en nuestros sectores populares, cuyos resultados han estado dispersos hasta ahora en varios libros y numerosos trabajos escritos. En esta obra se han organizado y seleccionado los contenidos de todos ellos, enriqueciéndolos con algunos avances y novedades en la investigación. En el presente primer tomo, dedicado al estudio de la familia y de todo el sistema de relaciones que ella implica, el autor se apoya en un método de estudio cualitativo para ofrecernos sus reflexiones y análisis a partir de una serie de conmovedoras historias de vida, muchas veces contadas de manera descarnada.”

 http://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/publicaciones/libros/antropolog%C3%ADa-cultural-del-pueblo-venezolano/

La cultura del pueblo venezolano es matricentrada. La madre tiene el papel principal en la familia y no la pareja de padre-madre. La madre es el centro de la relación con los hijos propios, que la tienen a ella como referencia fundamental de sus vidas. Todo lo relacionan con ella, no con el padre, que pasa a ser una figura tangencial, de poca importancia en sus vidas. Los hermanos son los que han nacido del mismo útero materno, no los que provienen del padre con otra mujer, con los que se tiene muy poco o ningún trato. En caso de que la madre no esté, es la abuela la que pasa a ser el centro de la vida familiar para los hijos-nietos. El hombre cumple dos papeles, el de procreador, con una o varias mujeres, y el de proveedor, aunque éste último no siempre lo adopta. En la familia matricentrada venezolana no hay mujeres sino madres; no hay hombres sino hijos.

Otro aspecto interesante de la cultura popular venezolana es que se basa en la relación, no en la individualidad. El yo se constituye a partir de la relación con el otro, especialmente con la madre, y no con las cosas, el trabajo, la profesión, etc.  En cambio en la modernidad lo constitutivo de la conciencia personal es la relación con el mundo, con el trabajo, con la profesión, con la naturaleza, con la economía, no con las personas.

El otro modelo de familia es el europeo, basado en la pareja estable de los padres. Este modelo también se da en Venezuela, más en las clases medias y altas que en las populares. En él la referencia fundamental es a los padres, con mayor referencia al padre, y a los hermanos. Ambos modelos de familia conviven en Venezuela, pero se influyen poco en la manera de enfocar la realidad personal y social. En la cultura europea la persona se define por la profesión; en la cultura popular venezolana, la persona se define por el afecto: exceso de afecto a la madre y falta de afecto al padre. Pero el mundo popular y el mundo moderno conviven en Venezuela y se influyen mutuamente; la influencia es más del mundo popular hacia el mundo moderno en aspectos vivenciales y afectivos. Del mundo moderno hacia el popular se busca introducir una racionalidad que no tiene anclaje donde insertarse, porque la racionalidad del mundo popular es otra. Pero el mundo popular ha sabido servirse de los instrumentos de la modernidad sin cambiar por ello su mundo de vida.

Alejandro Moreno, como sacerdote salesiano que es, enfoca también el tema del matricentrismo desde la ética religiosa y lo hace con la comprensión y el afecto que le proporcionan las decenas de años que ha pasado en contacto directo, en vivencia total con esa cultura en el barrio caraqueño de Petare. La ética religiosa condena sin duda como inmoral la conducta poliándrica – varios hombres para una mujer – y poligámica – varias mujeres para un hombre. No es que eso esté bien para la Iglesia, pero pertenece tanto a la cultura popular que una condena taxativa y excesiva en palabras alejaría aún más a los posibles y deseables adeptos a la práctica religiosa. La formación escolar y sobre todo la educación religiosa son la mejor manera de ir cambiando esas costumbres de siempre, que no generan mala conciencia en los que las tienen: “así son las cosas, así se ha hecho siempre”.

Alejandro Moreno resume así la opción que propone: “La opción popular es, ante todo, una opción ética, un compromiso ético con el pueblo y con la integralidad de su vida. Nada puede haber de anti-ético, anti-humano, ni anti-cristiano en la relacionalidad constitutiva del mundo de vida popular y no se entiende por qué su ética ha de ser sustituida por la ética abstracta soportada sobre la individualidad del mundo de vida moderno”. (p. 424)

El autor inventa palabras para expresar mejor lo que no encuentra bien precisado en el lenguaje usual. Por ejemplo “madredad”, “padredad”, “hijidad”, “practicación”, “vivimiento”, “invivir”, etc. Uno termina por acostumbrarse a ese lenguaje. De vez en cuando el libro tiene dificultad de lectura y comprensión para los que no estamos acostumbrados a la hermenéutica y metodología de las ciencias del hombre. Y también aparecen muchos enfoques repetidos en los temas ya tratados. ¿Es una estrategia didáctica o un defecto de revisión?

Abril 2019

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