ÁNGULO MUERTO
Jordi Juan Martínez
Madrid, Edaf, 2015, 294 p.
No es fácil comentar esta novela negra. Presenta muchos y diferentes aspectos, algunos de ellos contradictorios. Los crímenes que ocurren están descritos con toda clase de detalles sádicos, deleitándose en circunstancias del más escabroso erotismo. Por otra parte, varios de los personajes que aparecen como sospechosos de semejantes brutalidades conjugan esos bajos instintos con una religiosidad que parece sincera. Saben rezar, recitar oraciones, conocen la fórmula de la absolución sacramental. ¿Qué pensar de todo esto? ¿Por qué pinta a varios de esos personajes como miembros del Opus Dei? ¿Qué tiene el autor contra la Obra: resentimiento, malos recuerdos?
El autor va llevando al sorprendido lector por vericuetos tenebrosos que pertenecen a la alta sociedad valenciana, a profesionales de gran prestigio como arquitectos, abogados, dentistas, jueces. Las víctimas pertenecen sobre todo a las prostitutas de alto coturno, la más importante, Ava, de origen venezolano por cierto. El primer sospechoso de su muerte es Bosco, un arquitecto prestigioso, que le ha montado un ático elegante, donde le recibe cuando él se lo exige, pero no sólo a él, sino a otros caballeros de la alta sociedad. Bosco pertenece al Opus Dei y se confiesa con el Prelado, pero no tiene intención de dejar la doble vida.
Los policías Cocoví y Zafra investigan la muerte de Ava y están convencidos de la autoría de Bosco, pero la juez Linares les muestra que las pruebas no son concluyentes, a pesar de lo cual dicta prisión preventiva para Bosco, aunque lo hace soltar después de un mes. Las sospechas van derivando hacia Daniel Vidal, prestigioso dentista y cliente reciente de la escort de lujo. Raquel, una joven investigadora licenciada en criminología, será fundamental por su intuición y sus arriesgadas pesquisas para descubrir al verdadero asesino.
La manera de escribir de Jordi Juan es muy original por un doble motivo: por la creación de comparaciones inesperadas y muy dicientes, apoyadas en un uso de los verbos distinto del habitual, y porque utiliza el slang de malandros, drogadictos, ladrones y gente de baja estofa. Lo hace con tanta frecuencia, según lo pide la acción, que hay expresiones para mí desconocidas y que sólo se entienden en ese mundillo, que suponemos no conoce la mayoría de los lectores.
La portada del libro está bien lograda: un alto zapato rojo usado por la prostituta que se va derritiendo desde la suela hacia abajo, como símbolo de su muerte. En el zapato se apoya una cadena de plata con una medalla de la Virgen del Carmen, en alusión al doble juego espiritual del posible asesino, y que dejó pretendidamente olvidada en el lugar del crimen.
Junio 2019