En Reseñas de libros
Califica esta reseña
Gracias

A LA SOMBRA DEL ÁRBOL KAURI

Sarah Lark

Barcelona, Penguin Random House, 2ª reimpr. 2018 (2016), 806 p.

 

Esta novelista alemana siempre escribe novelas largas. Leí cuatro novelas de ella en noviembre de 2015, tres de ellas ubicadas en Nueva Zelanda, la tierra que la enamoró como guía turística, y que se desarrollan a mitad del siglo XIX y comienzos del XX. Esta novela también se desarrolla en Nueva Zelanda y también en la segunda mitad del siglo XIX. Es la segunda de un trío con el mismo nombre del árbol kauri. Como en las anteriores, el pueblo maorí y sus luchas contra los pakeha o blancos forman el trasfondo constante de sus narraciones, así como las mujeres enfrentadas a los hombres de diversas formas y maneras. También los animales reclaman su lugar, en este caso Dingo, perrito siempre pegado a Matariki, la protagonista semi maorí de la novela. Ella es hija del jefe o ariki Kahu Heke, quien tuvo amores con Lizzie Owens, después casada con Michael Drury. La niña iba a la mejor escuela de Dunedin en la isla sur cuando fue secuestrada por guerreros de la tribu ngai tahu, en la isla norte, porque es hija del jefe y su padre la reclama. Como hija del jefe tiene poderes para luchar contra los enemigos blancos con sus bailes e invocaciones a los espíritus de la tribu. Como la adolescente no cree en nada de eso, lo pasa mal hasta que logra escaparse valientemente gracias a la ayuda de Kupe, un joven que también sabe inglés porque vivió en un orfanato y que se enamora de ella. Ya liberada, Matariki se vuelve a encontrar con sus queridos padres Michael y Lizzie en Auckland, pero se entera de que kilómetros al sur está Parihaka, un asentamiento maorí en el que todas las tribus conviven en paz y armonía, y pretenden que los blancos acepten su estilo, cosa nada fácil, ya que los granjeros quieren desposeerles de sus tierras y eliminarlos. Matariki se queda en Parihaka con toda ilusión de recuperar sus raíces maoríes, no como hija del ariki o jefe, sino como maestra de inglés de los niños y enamorada de las propuestas del jefe Te Whiti, que quiere la paz. Pero a los colonos blancos no les interesa Parihaka sino apoderarse las tierras, así que asedian el asentamiento y obligan a emigrar a sus habitantes. Entre los asaltantes está Colin Coltrane, un apuesto sargento del que se enamora Matariki sin remedio. Él se convertirá en su amante, porque también él se enamora de Matariki, pero nunca llegarán a casarse, porque Colin exige la dote de ella para comprar un criadero de caballos, que es su pasión. Caballos de raza para hacerles correr y ganar con las apuestas.

La otra protagonista de la novela es Violet, una niña que es hija de Ellen y de Jim Paisley, un minero borracho consuetudinario, lo mismo que un hermano mayor de Violet, de nombre Fred. También tiene esa pareja una niña pequeña, Rosie, nueve años menor que Violet. La historia de esta familia es deprimente en grado sumo, sobre todo cuando muere Ellen, la madre, en una mina que se hunde. Violet queda encargada de la cabaña donde viven los mineros, un antro sucio, un lodazal infecto, y además tiene que inventar comida sin tener dinero, porque su padre y hermano se lo gastan todo en emborracharse y aun le reclaman a gritos y golpes que les dé comida y que limpie la suciedad que ellos traen… Violet será violada por un amigo de Fred, de nombre Eric con quien le obligan a casarse aunque lo odia y le teme. Violet cuida al bebé, de nombre Joe, aunque no lo quiere mucho, porque le recuerda la terrible violación. Rosie, la hermana pequeña, sufre y sufre y hasta pierde el habla. En fin, un conjunto de situaciones horribles, debidas a esos hombres borrachos, violentos, sin ninguna clase de interés por su propia familia, a los que solo les interesa el alcohol…

No voy a relatar toda la historia, que es larga. Pasan los años, los niños se convierten en jóvenes y van avanzando en su camino por la vida, que siempre es azaroso. Colin se enamora de Chloé, que ha quedado viuda, y logra que ella le ceda la dote para comprar su ansiado criadero de caballos, para el que contrata a Eric, el esposo de Violet. Afortunadamente para ésta, Eric muere en una carrera y ella queda libre de malos tratos.

Hay ciertas constantes en esta novela y en general en las obras de Sarah Lark. Los protagonistas masculinos son en su mayoría un desastre: borrachos, violentos con su mujer y los hijos, abusadores, pendencieros. Hay también algunos hombres buenos, pero son minoría y tienen un papel secundario. Entre ellos está Sean, hermano de Colin y muy distinto de éste. Sean es un abogado que juega un papel importante en obtener el voto para las mujeres, algo en lo que Nueva Zelanda fue pionera.

Las mujeres aparecen con frecuencia abusadas, violentadas, engañadas, pero en plan de irse recuperando socialmente, luchando por la igualdad, por el derecho a voto, por el divorcio de hombres tan malvados. Nueva Zelanda es un país que enamoró a la autora: constantemente destaca sus bosques, sus lagos, sus montañas, distinguiendo entre la Isla Norte y la Isla Sur. Otro rasgo característico es su amor por los animales. En esta novela son los caballos y las yeguas los que despliegan sus conocimientos y su amor por ellos.

Las escenas sexuales violentas o románticas son contadas con detalle y desenfado, así como el lesbianismo entre Heather y Chloé y luego de ésta con una pintora rusa. Al final explica la autora cómo muchos de sus personajes tienen fundamento histórico.

Diciembre 2019

Publicaciones recientes

Deja un comentario