LOS PRÓXIMOS CIEN AÑOS. Pronósticos para el siglo XXI
George Friedman
Publicado en inglés en el 2009, 291 p.
La verdad es que el título del libro atrae e invita a leerlo. El autor, nacido en Hungría y ciudadano estadounidense, es presidente de Geopolitical Futures, empresa que analiza y predice los eventos globales del futuro. “También es fundador y ex presidente de Stratfor, un editor en línea de inteligencia geopolítica que fue pionero en el campo de la inteligencia privada.” (https://es.carnegiecouncil.org/people/george-friedman)
En la primera parte del libro su autor hace un recorrido del siglo XX, que ha significado el tiempo más sangriento de la historia humana conocida, y el ascenso de Estados Unidos a ser la primera potencia mundial. Para ello tuvo ventajas inigualables: estar situado entre los dos mayores océanos, con lo que pudo desarrollar una flota invencible y controlar el comercio marítimo mundial; haber vencido a la Unión Soviética en la guerra fría cuando los soviets se desintegraron como potencia. USA ha sustituido a Inglaterra como imperio mundial y todavía está en la adolescencia, es decir, todavía no se sabe hasta dónde podrá llegar. No le importa haber salido derrotado en guerras regionales como en Vietnam, Corea e Irán, porque su territorio no puede estar amenazado. Los países islámicos no le amenazan, porque no se unen ni pueden hacerlo. Al Qaeda ha sido el principal representante de la cultura islámica tradicional y el principal enemigo de la cultura norteamericana, especialmente por el lugar que les da a las mujeres, pero tiene esa guerra culturalmente perdida.
La tasa de natalidad está en franco retroceso en los países avanzados. La caída demográfica se une al envejecimiento de la población, que vive más años en mejores condiciones de salud, pero no es económicamente activa. “De acuerdo con la ONU, en 1970 cada mujer tenía en promedio 4.5 hijos. En 2000 esa cifra había caído a 2.7. Recuérdese que se trata de un promedio mundial.” (p. 65) Este cambio demográfico está reforzado por el enorme cambio que ha experimentado la mujer en la cultura occidental. Hace cien o doscientos años las mujeres se casaban al llegar a la adolescencia, a los 14 o 15 años, y dedicaban su vida a parir y cuidar a los hijos, muchos de los cuales morían de niños. Su vida era el hogar y el marido era quien lo sostenía económicamente. Ahora las mujeres estudian y trabajan en una empresa, y se casan de entre 25 y 35 años, tienen uno o dos hijos y los envían a una guardería.
Desde el punto de vista de la tecnología las computadoras utilizan lenguaje binario potentísimo y tan rápido que los segundos parecen siglos. A la cultura norteamericana le interesa lo práctico y desdeña lo metafísico.
Pasa luego el autor a describir lo que él llama “líneas de falla” en la geopolítica mundial del siglo XXI:
1) La cuenca del Pacífico en el oeste, donde China y Japón disputarán a EE.UU. su predominio económico mundial.
2) Eurasia. La disolución de la Unión Soviética cambió el panorama. Rusia trata de recuperarse vendiendo gas a Europa, y siempre supone una amenaza para los países bálticos. Bielorrusia se alineará con Rusia, dice el autor, como así ha sucedido. “Rusia no se convertirá en una potencia global en la próxima década, pero no tiene otra opción que ser una potencia regional importante. Y esto significa que chocará con Europa. La frontera ruso-europea sigue siendo una línea de falla.” (p. 89)
3) Europa atlántica, que dominó el mundo durante 500 años (España, Francia, Inglaterra); Europa central, la zona más rica (Alemania, Suiza, Italia); Europa oriental, desde el Báltico al mar Negro; Escandinavia. Los antiguos enfrentamientos de las dos terribles guerras en el siglo XX se ven imposibles ahora, pero cada país de la Unión Europea busca lo mejor para él y la unión es más nominal que real.
4) El mundo musulmán. Irán no es un país árabe, sino musulmán y emerge como la potencia más enemiga de USA. Turquía surge como la mayor economía del mundo islámico. Y está estratégicamente situada entre Europa, Medio Oriente y Rusia.
5) México. El número de emigrantes mexicanos que se instala en USA, sobre todo en los estados del sur, crece constantemente, y eso que el autor está hablando de la primera década del siglo XXI.
El autor llama a China “El tigre de papel”, porque no comparte la idea de que China se convierta en una gran potencia mundial, o de que permanecerá como país unificado. Explica cómo después de la muerte de Mao China se ha convertido en un país capitalista con un gobierno duro, pero que sufre todavía fuertes tensiones entre las regiones de la costa este y el interior, que es pobre. El autor resume así su juicio sobre la economía china:
“China se ha expandido extraordinariamente en los últimos treinta años. Pero la idea de que sus tasas de crecimiento puedan sostenerse indefinida o permanentemente quebranta los principios básicos de la economía. En algún momento el ciclo económico, sacrificando empresas débiles, debe asomar su feo rostro, y lo hará. En algún momento, una simple falta de mano de obra calificada detendrá el crecimiento ininterrumpido. Hay límites estructurales al crecimiento, y China está a punto de alcanzarlos.” (p. 113) “La idea de China
como gran potencia sustituirá a la desaparecida ideología del comunismo. Las controversias contribuirán a apuntalar la posición del gobierno. Culpando de los problemas a los extranjeros y enfrentando a los gobiernos foráneos tanto con diplomacia como con un poder militar creciente, se generará apoyo público para el régimen. Es muy probable que esto ocurra en la década de 2010.” (p. 115)
Rusia 2020: la revancha. La enorme extensión de Rusia, fronteriza de Europa por el oeste, de Irán y Afganistán por el sur, de China por el este, constituye un problema múltiple: transporte, producción alimentaria, equipamiento del ejército. La industrialización no es su fuerte, sino la exportación de materias primas, sobre todo energéticas. Los conductos de gas natural hacen depender buena parte de Europa del gas ruso. Hablando de Ucrania (el autor está en 2009), afirma que ella depende de Rusia tanto económica como militarmente. “Ucrania y Bielorrusia son todo para los rusos. Si cayeran en manos de un enemigo —incorporándose a la OTAN, por ejemplo—, Rusia estaría en peligro de muerte”. (p. 132) El autor prevé con acierto la alianza Rusia y Bielorrusia y su interés por captar Ucrania, aunque la nueva tecnología de armamentos convierte a los países débiles en países fuertes. Estados Unidos apoyará a los países amenazados con la transferencia de tecnología bélica.
También acierta el autor en predecir otras tensiones: “En Medio Oriente, por ejemplo, donde continuará el enfrentamiento interminable entre Israel y los palestinos, los rusos incrementarán la asistencia militar a los árabes. En general, dondequiera que existan regímenes antiestadunidenses, la asistencia militar rusa se hará presente. Una confrontación global de grado inferior estará en marcha para 2015, y se intensificará para 2020. Ningún bando arriesgará la guerra, pero los dos maniobrarán.” (p. 138)
Otro tema es el de la inmigración a EE.UU. El autor la ve necesaria, porque la mano de obra está disminuyendo, pero no pudo prever la avalancha que desde México iba a tratar de traspasar las fronteras, no solo mexicanos, sino de todos los países con fuertes problemas económicos y políticos, especialmente Haití, Venezuela y Nicaragua. Eso era imprevisible en esa magnitud hace 20 años.
El autor dice varias veces que Japón es la segunda economía del mundo y le interesa dominar en la economía de China-Pacífico, pero no quiere importar trabajadores. Su población disminuirá unos 20 millones de habitantes en los próximos años, población más exigida por el aumento de edad de muchos millones. Creo que estas apreciaciones del autor no son correctas, como se ve 15 años después de hacerlas. Tampoco acierta cuando dice que las dos Coreas se unirán mucho antes de 2030.
Turquía es ya un importante estado laico de raíz otomana, que puede jugar un papel decisivo en la región, con su contribución a apaciguar fuertes tensiones entre Rusia, el mundo islámico y Estados Unidos. Polonia por su parte ha sido siempre territorio invadido y repartido; ahora la OTAN lo protege frente a las
ambiciones rusas. En donde ciertamente se equivoca el autor es en su juicio sobre los países europeos: “La decadencia franco-alemana se dejará sentir en toda la periferia europea, a causa de su caída demográfica, su economía moribunda y su mal cálculo geopolítico de desentenderse de la confrontación con Rusia.” (p. 173) El equilibrio de poder pasará en 2040 al Este, con Polonia como potencia dominante. Estaremos, según él, en el preludio de una guerra.
Turquía emergerá como gran potencia. “Turquía incursionará resueltamente en el Cáucaso tras el desmoronamiento de Rusia. Este acto consistirá en parte en una intervención militar, pero también adoptará la forma de alianzas políticas. Igualmente, la influencia de Turquía será en gran medida económica: el resto de la región tendrá que alinearse con la nueva potencia. Esa influencia se extenderá inevitablemente al norte, más allá del Cáucaso, hasta Rusia y Ucrania, imponiéndose en los valles de los ríos Don y Volga, políticamente inciertos, y al este, hacia el centro agrícola de Rusia. La Turquía musulmana influirá en el Kazakhistán musulmán, llevando su poderío a Asia central. El mar Negro será un lago turco, y Crimea y Odessa comerciarán intensamente con Turquía. Habrá una enorme inversión turca en toda la región.” (p. 181)
El autor pasa a describir una serie de hipotéticas alianzas, en las que cada una de las potencias emergentes, sobre todo Polonia y Turquía, sopesan la conveniencia de aliarse con Estados Unidos contra posibles opositores como Alemania. Es todo un juego de supuestos que el autor estira hasta 2050.
El espacio exterior comienza a jugar un papel muy importante desde el punto de vista militar y económico. Estados Unidos lo domina y sus satélites se mueven hasta planetas lejanos para ver condiciones de habitabilidad. La transferencia al espacio de centros de mando y control que dominará Estados Unidos le dará el mando mundial. “Para mediados de siglo, un misil hipersónico con base en Hawai podrá impactar a un barco frente a las costas de Japón o a un tanque en Manchuria en media hora.” (p. 194) El espacio cambiará la ecuación geopolítica global.
A mediados del siglo XXI se preparará una guerra de Estados Unidos contra Japón y Turquía. En esa guerra las armas más precisas y mortíferas llevarán a la victoria con mucha mayor rapidez que en el siglo XX, pero con millones de muertos. “En el siglo XX se necesitaban miles de bombarderos y millones de rifles para librar guerras. En el siglo XXI, esas cifras se reducirán drásticamente, hasta una pequeña fracción, lo que marcará el fin de la guerra total.” (p. 205) Para ello utilizará aviones supersónicos no tripulados, que vuelan a 13.000 km. por hora y esquivan misiles tierra-aire. Entrará en juego la guerra espacial. “Habrá estaciones espaciales —plataformas de mando — a distancias variadas de la superficie terrestre, encargadas de comandar sistemas robóticos y tripulados en tierra y mar al tiempo que eluden el ataque enemigo, conducen operaciones y asaltan plataformas enemigas.” (p. 208)
En la Luna se establecerán bases para observar los conflictos tanto en tierra como en el espacio.
Los robots sustituirán a los hombres en muchas de estas operaciones bélicas. “Pronto veremos —o vemos ya— aviones, módulos de reparación de satélites y torpedos inteligentes en el mar, de índole robótica” (p. 211) Las plataformas más avanzadas las llama el autor Estrellas de Combate. “La Estrella de Combate estará diseñada para sobrevivir. Será una gran plataforma con docenas o aun centenas de personas para ejecutar su misión y mantenerla. Se hará con materiales avanzados, así como con múltiples aditamentos, para que los rayos láser y otros rayos hiperenergéticos no puedan destruirla. También se cargará con sistemas de sensores capaces de ver a muy grandes distancias cualquier objeto que se aproxime, y se le armará de gran cantidad de proyectiles y rayos de energía capaces de destruir cualquier cosa que pueda amenazarla.” (p. 213)
Después de describir con mucho detalle imaginativo la guerra entre EE.UU. y Turquía-Japón, para a describir el escenario para un posible conflicto mundial. Es más, lo hace detallando fechas y sucesos; eso sí, pidiendo excusas al lector por expandir su imaginación demasiado lejos. “Esta será una guerra mundial en todo el sentido de la palabra; pero dados los avances tecnológicos en precisión y velocidad, no será una guerra total, de sociedades que tratan de aniquilar sociedades.” (p. 244)
El decenio dorado será la década de 2060. Decenio dorado para Estados Unidos, que confirmará su puesto número uno en la economía y en la geopolítica mundial. “Estados Unidos construirá una inmensa infraestructura espacial, que irá de satélites en órbita terrestre baja a estaciones espaciales tripuladas en órbitas geostacionarias, y a instalaciones en la luna y satélites que orbiten alrededor de ella. Muchos de estos sistemas serán mantenidos por robots, o serán ellos mismos robots.” (p. 249)
EE.UU. propiciará una revolución de la energía: generación espacial de la energía de origen solar. Habrá cambios en las interpretaciones religiosas de la familia, la sexualidad y las relaciones intergeneracionales. Y como Estados Unidos será el origen de gran parte de la controvertida tecnología y su modelo de caos social interno será la norma, se convertirá en el enemigo de los tradicionalistas en todas partes. El resto del mundo lo juzgará peligroso, brutal y traidor, pero lo tratará con cautela, y lo envidiará. Será un momento de inestabilidad internacional, tensión regional y descontento interno. (p. 255)
2080: Estados Unidos, México y la disputa por el centro global. La emigración mexicana hacia USA transformará los estados fronterizos en zonas casi mexicanas, como eran antes de 1848 en el tratado Guadalupe Hidalgo. Pero el auge de la robótica hará que disminuya el empleo a partir de 2060: despidos y desempleo afectarán sobre todo a los inmigrantes pobres. Otro problema muy grave es el narcotráfico, por el que se vende droga a Estados Unidos. La
abundancia de dinero corrompe a las autoridades, pero redunda en inversiones de capital en el propio México. En los años 80 USA se convertirá prácticamente en un país bicultural, como Canadá y Bélgica. En los estados fronterizos (California, Arizona, Texas y Nuevo México) el poder de los mexicanos de origen o asimilados será enorme.
El epílogo resume muy bien el libro:
“Eso es lo que he intentado hacer en este libro: hacer sentir el siglo XXI, con la geopolítica como mi guía principal. Comencé por lo permanente: la persistencia de la condición humana, suspendida entre el cielo y el infierno. Luego busqué la tendencia a largo plazo, que encontré en la decadencia y caída de Europa como eje de la civilización global y su remplazo por América del Norte y la potencia dominante de esta región, Estados Unidos. Con ese profundo cambio en el sistema internacional, fue fácil discernir tanto el carácter de Estados Unidos —obstinado, inmaduro y brillante— como la respuesta del mundo ante él: temor, envidia y resistencia. Posteriormente me concentré en dos asuntos. Primero, quién opondría resistencia; segundo, cómo respondería Estados Unidos a esa resistencia. La resistencia se presentaría en oleadas, continuando los periodos cortos y variados del siglo XX. Primero estaría el islam, más tarde Rusia, luego una coalición de nuevas potencias (Turquía, Polonia y Japón) y finalmente México. Para comprender las respuestas estadunidenses, examiné lo que me pareció un ciclo de cincuenta años en la sociedad estadunidense en las últimas centurias y traté de imaginar cómo serían 2030 y 2080. Esto me permitió pensar en el drástico cambio social ya en marcha —el fin de la explosión demográfica— y considerar lo que significaría para el futuro. También pude pensar en la manera en que las tecnologías que ya existen responderán a crisis sociales, trazando un sendero entre los robots y la potencia solar espacial.” (pp. 287-8)
No estoy de acuerdo con algunas de sus apreciaciones y presagios, pero no hay duda de que el esfuerzo intelectual de Friedman merece aprecio. No creo que haya quien se atreva a ofrecer otro modelo de desarrollo del siglo XXI. Los que vivan entonces podrán ratificar o desechar tales futuribles.
Octubre 2023