EL PUERTO DE LOS AROMAS
John Lanchester
Barcelona, Editorial Anagrama, 2004, 411 p.
De la contraportada:
“En 1935 Tom Steward, un joven inglés, deja un tranquilo futuro al frente del pub familiar y parte en busca de aventuras. En el barco que lo lleva a Hong Kong conoce a algunas personas que ocuparán un lugar fundamental en su vida futura, entre ellas María, una joven monja china que le enseña cantonés, la lengua que le abrirá las puertas de la ciudad que nunca duerme. Muchos años después, en la década de los noventa, Dawn Stone, una cínica periodista aburrida de su vida y su trabajo en Londres, se instalará en Hong Kong, donde sus malévolas crónicas sobre los millonarios locales atraerán la atención del dueño de la revista que los publica, un potentado con un perfil más que turbio. Y en el “puerto de los aromas”, que es lo que significa Hong Kong en chino, también encontrará una nueva vida Matthew Ho, un niño refugiado cuyo padre fue víctima de la revolución cultural en China, y al que el nuevo milenio encuentra convertido en un joven empresario que lucha por la supervivencia de su empresa entre las convulsiones de la economía de mercado y las presiones de las mafias locales.
En torno a estos tres personajes, cuya vidas están unidas por una sutil telaraña narrativa que Lanchester urde con mano maestra, bulle la otra gran protagonista de la novela, la mítica Hong Kong, la colonia exótica a la que llegara Tom Stewart en los años treinta, que ha atravesado guerras y revoluciones, que crece, cambia y fascina como un organismo vivo, la moderna ciudad de expatriados de Dawn Stone y Matthew Ho, frenético laboratorio del capitalismo moderno.
(…) Lo que nos fascinan no son sólo las historias humanas, es Hong Kong. John Lanchester pasó allí gran parte de su niñez y adolescencia, y escribe una peculiar elegía a la colonia perdida, conjura la imagen de un lugar encantado, que todavía nos maravilla aun envilecido por el comercio y el delito.”
Las diversas partes en que se divide la novela, con cinco protagonistas principales separados, se unen en un tejido final eléctrico y ciertamente sorpresivo en el que las diferentes piezas, que parecían muy alejadas van encajando. Todo se une y se abre hacia un futuro promisor pero incierto.
Mayo 2013