EL HÉROE DISCRETO
Mario Vargas Llosa
Caracas, Santillana, 2013, 383 p.
Una arañita es la firma del extorsionador. Exige 500 dólares mensuales al dueño de los transportes Narihualá, si no quiere ver desagradables consecuencias. Felícito Yanaqué, cholo enclenque y casi enano, pero gigante en fortaleza, se niega. Y ahí comienza la trama de esta historia, que se desarrolla entre Piura y Lima y que va introduciendo al lector en el pasado de este hombre que surgió de la pobreza, al que siempre lo sostuvo la frase que le dejó su padre como único testamento: “Nunca te dejes pisotear por nadie, hijo”. Es un héroe, porque no se doblega ante el chantaje, aunque lo pasa mal. Y es discreto, porque se horroriza de aparecer en los medios, a pesar del acoso constante de los periodistas. Felícito denuncia el hecho a la policía y después de varias averiguaciones se descubre que el extorsionador es su hijo Miguel, un blanquito que en nada se parece a su padre y que la madre confiesa haberlo tenido con un gringo.
Paralelamente se va presentando la historia de Ismael Carrera, exitoso hombre de negocios, que tiene una aseguradora en Lima, pero con dos hijos que desean su muerte para heredar su riqueza. Ismael burla sus deseos casándose sorpresivamente con su criada, con la que se va en luna de miel a Italia. Miki y Escobita, los dos burlados herederos, acosan a los dos testigos firmantes del matrimonio, Rigoberto, el hombre de confianza de Ismael y Narciso, el chofer. Les hacen la vida imposible, les acosan con abogados sin escrúpulos, les amenazan, pero ellos no ceden en su apoyo a Ismael.
Rigoberto tiene un hijo, Fonchito, muchacho despierto y bien plantado, a quien se le presenta un señor – Edilberto Torres – con frecuencia y en los sitios más inesperados. El padre, que es agnóstico, y la madre, Lucrecia, muy religiosa, creen ver en ello apariciones diabólicas, porque el hijo se ve muy afectado por la presencia de ese señor, que por cierto es correcto en los intercambios con el joven. Se trata de un personaje cuya razón de ser no aclara el autor y no se justifica en la trama. ¿Se trata de un giro burlesco hacia el lector? Los dos hilos argumentales se juntan al final, algo que ya hizo Vargas Llosa por ejemplo en El paraíso en la otra esquina.
No es una novela como La fiesta del chivo o El sueño del celta, que se basan en hechos históricos bien investigados y bien novelados. Esta novela en cambio no tiene la fuerza de aquellas. Desarrolla un relato menor en un ambiente peruano muy bien descrito, con todo el cúmulo de expresiones propias de las gentes de la zona. En cuanto al estilo, es una maravilla cómo Vargas Llosa entrelaza conversaciones que pertenecen a tiempos y lugares distintos, pero con los mismos personajes.
Noviembre 2013