En Reseñas de libros
Califica esta reseña
Gracias

BLUE LABEL / ETIQUETA AZUL

Eduardo J. Sánchez Rugeles

Caracas, Los libros de El Nacional, 4ª ed. 2013 (1ª en 2010), 175 p.

 

Para un lector de mi generación esta novela es chocante. ¿Por qué? Porque introduce en el mundo juvenil de la alta sociedad caraqueña usando el mismo lenguaje soez, chabacano, grosero y desinhibido que utilizan los jóvenes. Tiene uno que sobreponerse a esa sarta de vaciedades, insultos y obscenidades de todo tipo y caer en la cuenta de que el mundo vacío, inseguro y pervertido que reflejan sus protagonistas es digno de compasión profunda. ¿Es esto lo que pretende el autor, por edad recién salido de ese mundo? Tal vez, no lo sé, pero la compasión que despierta es grande. Vivir así es un contrasentido, una estupidez que puede llevar al suicidio, intentado por algunos de los protagonistas de esta historia. No existe el futuro para ellos ni les interesa lo más mínimo, sino el presente baladí y desquiciado que ellos muestran.

Eugenia es una muchacha que se educa en el último año de bachillerato en un colegio religioso, que no le ha dejado ninguna huella. El sexo, la droga, la improvisación y la falta de sentido vital la rodean por todas partes y la sumergen. Su familia, como todas las de los demás, no existe (es llamativo que nunca llame a sus padres sino por su nombre, Alfonso y Eugenia). Los padres y los abuelos que ha tenido participan del egocentrismo y del vacío que a ellos les domina. Eugenia se enamora de un compañero de clase, que resulta un joven desquiciado que estuvo en un sanatorio en Europa. Las conversaciones entre ellos retratan su impotencia para entenderse. Lo mismo les pasa a los demás: viven en su mundo pequeño, improvisado, defensivo. Pero Eugenia se ha enamorado realmente por primera vez y todo lo que Luis Tévez hace le maravilla o le perdona. Viajan a Altamira de Cáceres buscando al abuelo Blanc, de origen francés y Eugenia encuentra allí una carta de su padre en la que le pide perdón por no haber sabido educarla. Esa carta, escrita con seriedad, podría haber suscitado un cambio en Eugenia que no se produce. ¿Por qué no? Ella misma lo explica al final: por su padre sentía absoluta indiferencia, aunque le agradece después que la saque de Caracas y de Venezuela. La escena en que la guardia nacional y los militares la revisan antes de dejar el país retrata lo que pasa ahora en Venezuela y lo que muchos han pensado cuando se van, posiblemente el propio autor de la novela: “Cuando puse el primer pie en el avión juré que nunca regresaría a ese país de mierda.”

Algo que se aproxima a una lección o consejo final, que viene a ser una tardía compensación por todo el desastre anterior, es lo que ocurre cuando muere de cáncer Titina, amiga de Eugenia. Le hace prometer que viva, que no se enrolle:

“Escucha, Eugenia – me dijo –:¡Vive!… Sólo eso: vive. A pesar de todo, vivir es de pinga. Te enrollas por muchas pendejadas, Eugenia. Te pido que vivas, no joda. Quiero que me prometas esa mierda”.

La visión del mundo religioso es casi nula, y cuando aparece ronda lo blasfemo. El mundo político en el que viven los personajes muestra un desprecio profundo, clasista, del chavismo. El conocimiento de la música actual y de sus intérpretes es abrumador, aunque los gustos no coinciden entre ellos. La letra de las canciones realza los aconteceres y los sentimientos con ellos vinculados. El estilo literario es magnífico: cortado, insinuante, atrevido y moderno en las comparaciones.

Diciembre 2013

Publicaciones recientes

Deja un comentario