LA OTRA CIUDAD
Pablo Aranda
Madrid, Espasa Calpe S.A., 2004, 358 p.
“La juventud de Paco transcurre monótona en un barrio obrero de una ciudad andaluza. No es fácil ser adolescente cuando todo parece ir en su contra: la herencia familiar de un padre borracho y un hermano drogadicto, el difícil acceso a la cultura y al trabajo fuera de su entorno, la injusticia, la marginación y un futuro estrecho que no ofrece salidas ni esperanzas pugnan por ahogarle, pero él ha aprendido a refugiarse en los escasos lugares que parecen no estar contaminados: la amistad que le une a su íntimo amigo Richa, su propia imaginación y el amor que encontrará en Nadia, una inmigrante marroquí curtida de injusticias y decepciones que, como él, lucha por sobrevivir en un mundo -el nuestro- que levanta muros de incomunicación y decepción.” (Contraportada)
“La otra ciudad”, la de los barrios desportillados, de las casas viejas y los escombros, de la gente que lucha por salir de la miseria. Es la antítesis de las guías turísticas, que presentan monumentos artísticos, catedrales del siglo XIV, hoteles de cinco estrellas. Novela por tanto crítica de los ambientes ricos, árida, repelente a ratos, pero con personas de carne y hueso que merecen atención y algo más que eso.
Paco, adolescente soñador y muy tímido, que con catorce años se enamora de una compañera de instituto, Laura, y pierde la cabeza por ella, soñando, imaginando escenas que nunca van a ser reales. Paco tiene una relación pésima con su hermano Manolo, que le lleva cinco años, que es un matón y luego se hará drogadicto y asesino. Un día que Paco le abrió el armario a Manolo, éste le dio una paliza y desde entonces no son hermanos, sino ajenos uno a otro. Paco vive en el mundo virtual de su ensoñación, ajeno a la realidad de cada día, lo contrario de Manolo, matón de siete suelas, que sólo vive para la droga. Ambos tuvieron un padre borracho, que murió en buena hora, pero que dejó a su mujer sola con tres criaturas (Lucía es la tercera, hermana de los dos).
Los personajes que van apareciendo en la novela – Rafa “el Cura”, profesor de ética y su esposa Maribel; Carmen, que tuvo un hijo de nombre Isaac con un delincuente, que salió al padre, pero luego se regenera; Richa, el mejor amigo de Paco y su novia Yesi; Raúl, que se cortó las manos encima de una tapa con vidrios, Asun, que ayuda a mujeres inmigrantes y Miguel su esposo (única pareja que funciona bien); la familia de Nadia, de origen bereber, amargada, violenta, muy distinta de ella, que será luego la esposa de Paco – todos ellos no encuentran su puesto en la vida, viven metidos en problemas de pobreza, no se entienden entre ellos. ¿De dónde salen estos caracteres? Será tal vez porque Pablo Aranda ha trabajado como educador de menores que cumplen condenas en régimen abierto y con enfermos mentales. Ese mundo o submundo queda reflejado en esta dura novela, la primera que publica. Dice bien la contraportada: “La otra ciudad es un árido y crítico retrato social de anónimos supervivientes obligados constantemente a ponerse a prueba a sí mismos, a no bajar la guardia nunca. Pero es también un emocionante canto a la amistad y al amor, los únicos soportes válidos para mantener la dignidad y la esperanza”.
Estilo muy original el de este autor. Combina párrafos normales, con puntos y comas, con largos párrafos sin puntos ni comas, que reflejan el pensamiento cambiante y los sentimientos confusos de los protagonistas. Se pasa de un actor al otro sin decirlo, pero se sabe quién es el que habla o siente. También se pasa de una época a la otra sin avisar. Es como un mosaico que adelanta hechos sucedidos y luego vuelve sobre ellos. A pesar de ser su primera novela, no es de extrañar que fuera finalista del Premio Primavera de Novela 2003.
Diciembre 2016