Barcelona, Ediciones B, 2008, 573 p.
Situada en las postrimerías del siglo VIII, en tiempos de Carlomagno, el autor relata la historia de una muchacha nacida en Constantinopla de familia noble, cuyos padres tuvieron que salir perseguidos por el nuevo emperador y recalaron en Würzburg. Ella, inteligente y estudiosa, sabía latín y griego, y dominaba el arte de la escritura sobre pergamino, algo único para una mujer de entonces. Intenta conseguir trabajo como escribiente de pergaminos, pero no la aceptan por ser mujer, rechazo común en aquellos tiempos. Se incendia el lugar donde se escriben los pergaminos, mueren varios jóvenes, y se le acusa a ella de haber provocado el incendio. También creen que ella está muerta, pero logra sobrevivir y escapar de incógnito hacia Fulda, donde comienza una nueva vida. Lleva en un doble fondo un manuscrito muy importante para la historia de Occidente, la cesión de Constantino, pero ella desconoce que lo lleva. Lo descubrirá más tarde.
Aparecen varios personajes históricos de relieve, como Carlomagno y el sabio Alcuino. Éste protege a la muchacha al ver su talento y la contrata como escribiente. En una visita de Carlomagno a Fulda, Theresa deslumbra al emperador por su lenguaje, su atrevimiento y el conocimiento que muestra del latín y griego. La premia dándole unas tierras. Aquí tengo que hacer un alto para mostrar mi opinión. Es tanto lo que destaca Theresa, es tan hábil en el trato con figuras superiores, es tan inteligente para descubrir intenciones y crímenes ocultos… que me parece que el autor exagera demasiado y la saca de aquel tiempo. Fray Alcuino tiene dotes detectivescas y Theresa las descubre y las supera. El hambre generalizada en aquellos tiempos de penuria, las pestes, las matanzas de los bandoleros, contribuyen a dar a la novela un ambiente repulsivo y cargado de dolor.
A medida que avanza la novela el autor la va convirtiendo en una novela policíaca y de aventuras, con situaciones inverosímiles, conjuras que no llegan a su culmen, desafíos y duelos, crímenes inesperados y abundantes, en fin, toda una gama de sorpresas para el lector, que se va olvidando del legado de Constantino, pero no del todo, porque Alcuino le descubre a Theresa, que lo rescató sin saberlo de su padre Gorgias, que el legado es una copia y no el original, y que Irene, la emperatriz asesina de Oriente lo quiere para destruirlo. Ella se vale de un legado pontificio al que ha comprado a un alto precio, pero todo se va poniendo a la luz, aunque de manera complicada. En definitiva, mueren los perversos, que son casi todos, y se salvan los buenos, que no lo son del todo, porque también muestran sus lados débiles: Teresa, Alcuino e Izar, del que se ha enamorado y con el que se casará más adelante. ¿O no? Porque si la novela tiene una segunda parte, no todo debe ser color de rosa…
El estilo del autor es fácil, a veces sugerente, a veces atropellado.
Mayo 2017