UNA HISTORIA DE ESPAÑA
Arturo Pérez-Reverte
Barcelona, Penguin Random House, 8ª ed. 2019 (1ª en 2019), 246 p.
A los historiadores de oficio no les gustará este recorrido por la historia de España, porque lo hace desde un punto de vista burlón, divertido, crítico y apoyado en posturas o prejuicios bien discutibles. Es un recorrido rápido y superficial de las principales épocas de la historia de España, comenzando con los celtíberos y terminando con Zapatero, Rajoy y Sánchez, despachados de un plumazo crítico. Los fue publicando en artículos en 22 diarios entre 2003 y 2008 y los ha recogido en este libro.
Algunas de esas posturas discutibles del autor son las siguientes:
— A la Iglesia la ve como una institución siempre aliada a los poderes políticos y económicos, intrigante, aprovechada, fatua y despreciable.
— A muchos monarcas Austrias y Borbones los insulta sin retraimiento, especialmente a Fernando VII, para el que acumula todo tipo de afirmaciones denigrantes y despreciables sobre su persona. El artículo dedicado a él es una antología del insulto. Ya en el título lo llama “un absoluto hijo de puta” y luego le va endilgando epítetos como “de expresión torva y fofa, malo absoluto, cobarde, vil, cínico, hipócrita, rijoso, bajuno, abyecto, desleal, embustero, rencoroso y vengativo. Resumiendo, era un hijo de puta con ático, piscina y garaje” (p. 126)
— Reivindica, para orgullo de los aragoneses, el reino de Aragón, y les da una buena patada a los independentistas catalanes, a los que califica de desfigurar la verdadera historia.
— Critica la época de la República, pero los asesinatos que cometió contra gente de Iglesia son equiparables, según él, a los que se cometieron después del lado nacionalista.
— A la época de Franco no le reconoce nada importante, lo cual se explica porque tanto su padre como su abuelo fueron republicanos y el padre fue combatiente en la guerra civil. Ve esa época como contraria a las libertades, de mucha pobreza, aunque reconoce que fue disminuyendo algo en los últimos años.
— Tiene un concepto de los políticos bien negativo, porque los ve como aprovechadores de la ignorancia común, que se cree las promesas que hacen para acceder a los cargos. En lo cual, hay que decirlo, no le falta razón, desgraciadamente.
— Su opinión de los españoles – en la que él se incluye, por supuesto – queda reflejada en este escrito en frases como “En esta tierra maldita, en la que Caín nos hizo el deneí, la infamia nunca muere”. La envidia envenena la sangre, porque todos aspiran a proceder de noble estirpe y ser más ricos que el vecino. Ser embustero, aparentar, son rasgos comunes del español. Y vivir de las rentas o del saqueo sin arrimar el hombro.
No hay duda de que Pérez-Reverte exagera, y que eso es una treta para hacer su escrito más divertido y lograr que los lectores lo busquen. Por algo es requerido por los diarios en los que escribe desde hace muchos años. Su historia de España no pretende ni mucho menos competir con los libros de texto escolares, sino divertir al lector, al que supone bien formado y conocedor de la historia, y ayudar a que cambien las cosas.
Zaragoza, agosto 2019