ASESINO A SU PESAR
Alexandra Marínina
Barcelona, Planeta, 2001, 233 p.
Los lectores de esta parte del globo no estamos acostumbrados a los nombres rusos y menos aún a sus diminutivos. Por eso es de agradecer la “Guía de personajes” al comienzo de la novela, a la que tiene que recurrir el lector con frecuencia durante su lectura. Tampoco estamos familiarizados con el sombrío ambiente en el que transcurre la acción, sólo iluminado por la protagonista, Anastasia Pávlovna Kaménskaya, también llamada Nastia, Nastasia, Nastiusa, Stásenska, Nástenka, Nastiuja, Asenka, Asia, Aska, según el grado de afinidad y cariño con el que es apelada. Nastia es un personaje singular que llena toda la novela: detective de vocación con grandes cualidades intuitivas y razonadoras, descuidada en su presentación externa, de grandes sentimientos humanos. La minuciosidad con que recuerda fechas y detalles aparentemente inocuos le ayudan a montar cuadros razonados, que suelen aclarar los sucesos. Su deseo es aclarar crímenes pasionales que rozan lo irracional y patológico, y para ello tiene que meterse en el alma de los asesinos, tratar de razonar y de sentir como ellos. No lo logra en el crimen principal, y de ahí su frustración final, que la deja abatida sin remedio.
Las mafias rusas, que comercian con todo lo imaginable, que eliminan al adversario o al posible delator sin mover un músculo, constituyen el antagonista principal. Vigilantes, confidentes, asesinos a sueldo, grandes capos, se revuelven en un mundo delictivo con apariencias de legalidad. La lucha de Nastia es desigual, sus superiores confían en ella, la tienen por la más talentosa que han conocido, pero las fuerzas del mal son demasiado poderosas y terminarán triunfando, al contrario de lo que suele pasar en las novelas norteamericanas. Esta es una de las diferencias principales de esta novela con ellas, además del ambiente y los personajes.
La autora deja su huella de mujer en el gusto con que describe las tiendas de moda, los carísimos vestidos, la elegancia que contrasta con los ambientes grises de las ciudades rusas, la sensibilidad frente al dolor ajeno, el indudable impacto que recibe de los personajes masculinos bellos. Es una escritora nueva, desconocida hasta ahora en ambientes de habla española, pero que se hará en seguida con un público devoto.
Mayo 2002