EL HOMBRE DUPLICADO
José Saramago
Bogotá, Alfaguara, 2002, 407 p.
Inquietante novela, que presenta el caso de un profesor de Historia que descubre un día, al ver una película en video, que se parece a uno de los actores secundarios como una gota de agua a otra. Tertuliano Máximo Afonso se llama el profesor, y este nombrecito provoca sonrisas en quienes lo escuchan. Tertuliano comienza la búsqueda del actor idéntico hasta dar con él, va a la productora cinematográfica y alquila todas sus películas hasta descubrir el nombre del actor secundario. Logra entrevistarse con él y arranca entonces un período de suspense, de entrelazamiento y sustitución de identidades, de oposición y enfrentamiento que anuncia un final fatal. Otros personajes van apareciendo en la trama: la madre del protagonista, su novia, la esposa del clon y algunos compañeros de trabajo. A la madre le comunica la existencia del clon, a otros no, por ejemplo a la novia, María Paz, que es una mujer enamorada y por eso mismo, dispuesta a compartir todo con Tertuliano. El enredo, los miedos, las tensiones, las preocupaciones de Tertuliano, y también sus grandes torpezas, van conduciendo la trama por caminos intrincados.
Lo más notable de la novela es la descripción minuciosa del mundo interior de los personajes, hecho por un agente externo, el propio novelista, que se mete en el asunto y dialoga con el lector y lo involucra en lo que va sucediendo. Es una originalidad estilística que ya había utilizado más moderadamente en novelas anteriores y que crea una atmósfera irreal a medio camino entre la fantasía y el psicologismo realista. Saramago tiene una capacidad asombrosa de penetrar en el mundo interior de los personajes con observaciones agudas que cualquiera podría hacer suyas. El lector se siente representado – y con frecuencia superado – por la facilidad con la que enlaza temas, entreteje comentarios, supone movimientos interiores y conduce a conclusiones.
El final es original e inesperado, precedido por un accidente fatal, que desbroza el camino para ese final. La narración da la impresión de cierto retorcimiento a veces, muy propio de los recovecos psicológicos del autor.
Junio 2004