EL JUEGO DEL ÁNGEL
Carlos Ruiz Zafón
Barcelona, Planeta, 2008, 667 p.
“En la turbulenta Barcelona de los años 20 un joven escritor obsesionado con un amor imposible recibe la oferta de un misterioso editor para escribir un libro como no ha existido nunca, a cambio de una fortuna y, tal vez, mucho más” (Contraportada). David Martín es ese joven escritor de gran talento, contratado por un misterioso editor francés de nombre italiano, Andreas Corelli, que poco a poco se va desvelando como un personaje del más allá, que va tocando con la varita de la muerte a todos los que contacta. Pero de David se enamora Isabella, una muchacha que quiere ser escritora y que huye de su padre comerciante en alimentos, que no quiere ni oír hablar de eso. Isabella quiere que David le enseñe a escribir, pero más bien es ella la que le enseña a él a vivir un poco más limpia y ordenadamente. Sempere es el dueño de una librería antigua, que protege a David desde niño y le regala libros en contra del padre, un veterano de la guerra de Filipinas que castiga a su hijo por su afición a leer. Estos y otros muchos personajes van apareciendo en la novela y cada uno añade su punto de misterio a la trama, sobre todo cuando David se traslada a una vieja torre abandonada, de la que fue dueño un abogado, Diego Marlasca, muerto hace años, que abandonó a su esposa para irse con una mujer de la farándula. Estos últimos personajes parecen gravitar sobre los espacios vacíos de la torre, en las habitaciones cerradas y los cofres llenos de recuerdos.
Las acciones se suceden, siempre al borde lo inverosímil, una especialidad de Zafón. El ambiente lóbrego y sombrío de los callejones y barrios pobres de la antigua Barcelona, llenos de olores podridos que presagian muerte, contribuyen a una trama extraña y difícil, en la que el protagonista se libra por poco de caer bajo los cuchillos o las pistolas. Palacios abandonados hace tiempo, envueltos en neblina y sonidos raros, sirvientes que parecen maniquíes y luego resultan serlo… contribuyen a crear un trasfondo de misterio y amenaza, que la misma actuación del protagonista refuerza torpemente.
El estilo brillante de las descripciones originales y unos diálogos rápidos y muy ingeniosos contribuyen a una lectura atrapante de la novela. Isabella y David, por ejemplo, mantienen conversaciones llenas de ingenio, ironía y conocimiento literario. Aun sabiendo lo irreal de la trama, aun conociendo lo extremado de las situaciones, el lector queda atrapado, esperando salir del túnel y aclarar los misterios. Eso ocurre realmente en los últimos capítulos y la novela “termina” relativamente bien, con un poco de nostalgia e inverosimilitud, marca típica de las novelas de este escritor.
Junio 2012