Madrid, Planeta, 2011, 572 p.
A Reyes Monforte le encanta presentar a mujeres jóvenes españolas, que se enamoran perdidamente de hombres que luego las llevan a la máxima humillación, a torturas físicas y psicológicas, que se ríen de ellas, que las explotan y las hunden en pozos sin fondo, de los que no pueden escapar. Así pasó en “Amor cruel” y en “Un burka por amor”. Se suma a esa desgracia en esta novela el que el musulmán del que se enamora sin remedio Sara es un talibán que vive en Madrid desde que era un niño y que organiza toda su vida en función de células dormidas de terroristas al servicio de Al Qaeda. A ese grupo le interesa sobre todo conquistar a mujeres españolas, lavarles el cerebro, convertirlas al islam, para que luego se inmolen en lugares públicos que hagan el mayor daño posible. Son fanáticos espantosos, que entienden la yihad como una guerra contra el infiel, a quien hay que exterminar. Son hombres preparados, atractivos, seductores, que visten a la manera occidental y trabajan en empresas occidentales mientras estudian bien cómo conquistar a sus víctimas. Después no tienen compasión con ellas.
Eso le ocurre a Sara, profesora de idiomas, que enseña español para extranjeros. Entre sus alumnos está Najib, marroquí del que se enamora a fondo. Él sabe ser perfecto: seductor, atento, embriagador como amante, inteligente… Sara tiene un hijo de 7 años, Iván, que tuvo de adolescente, y su padre, Mario, a quien ella adora, pero a quien no hace caso cuando le desaconseja que se enrede con ese hombre. Tampoco a su mejor amiga le parece bien su amor; le muestra lo que son los musulmanes fanáticos, el mal que han hecho, el peligro que suponen para Europa, pero Sara rechaza todo como infundios exagerados. Un día decide ir a la casa de Najib sin avisarle y allí descubre un mundo extraño: hombres barbudos y vestidos como manda el islam, pero Najib sabe convencerla de que esa visita de los hombres no significa nada. Sin embargo, ella, por curiosa, registra la habitación de su amado y va descubriendo pasaportes falsos, varios celulares, e imágenes de mártires inmolados por Alá. Al reclamo interrogante que ella le hace, responde él con una paliza. Rompe relaciones Sara y se aleja de ese peligroso hombre. Pero la historia se complica, cuando Najib secuestra al niño Iván al salir de la escuela y le obliga a Sara a venir a buscarlo a su casa. Cuando ella va desalada, él la secuestra y se la lleva a una casa en las afueras de Madrid donde viven escondidos los terroristas.
Ahí comienza el sufrimiento sin tregua de la pobre mujer, que por rescatar a su hijo va haciendo lo que su ex novio le exige, engañándola durante meses. Incluso la obliga a convertirse al islam y a casarse con él, cosa con la que ella transige con tal de ver al hijo. Pero él la empuja a convertirse en terrorista suicida, algo que acepta por salvar a su Iván. No lo logra, porque el hijo muere en el choque de un camión cargado de explosivos, pero ella tampoco se inmola, porque falla el dispositivo. La policía española, sobre todo un antiguo novio suyo, le ha seguido los pasos, la salvan de los policías afganos y los convencen de que hizo todo obligada, de que no es una terrorista. Ya de vuelta en España, con el dolor del hijo perdido, descubre que está embarazada de una de las muchas violaciones de Najib. Para vengarse de él, decide inmolarse, ahora sí libremente, matando también al hijo que engendró con él.
Terrible novela, llena de situaciones espantosas de abuso premeditado y fanático, que conducen al lector a tener actitudes contra los musulmanes, lo cual hay que tener cuidado, pues los terroristas de Al Qaeda no son tantos, aunque sí tan despiadados como quedan reflejados en este escrito. La forma de describir las situaciones es perfecta, envuelve al lector sin remedio, aunque sean sumamente desagradables y dolorosas. ¿Tendrá algún fundamento real esta novela, como sí lo tenía Amor cruel?
Febrero 2014