Barcelona, Ediciones B, 2005, 472 p.
Excelente novela policíaca y de tribunales. El autor se ha documentado bien sobre los procedimientos judiciales y ha construido una trama original, en la que un abogado, Michael Haller, defiende a inculpados con mucha habilidad, mostrando cómo no se les puede imputar el delito del que se les acusa. A él no le interesa si son o no inocentes, y éste es uno de sus puntos flacos como se ve cuando avanza la trama. Otro de sus flancos débiles es la hija de 8 años que tuvo con su primera esposa, abogada también, lo cual le pone en la mira de extorsionadores y asesinos. La novela va mostrando la habilidad de Haller en la defensa de traficantes de droga aprehendidos in fraganti, que sólo reciben condenas leves o libertad condicional. Pero hay uno, Jesús Menéndez, que fue condenado a cadena perpetua por un asesinato que no cometió y del que no pudo probar Haller su falsedad.
La novela llega a su punto álgido cuando Haller defiende a Louis Roulet, un joven administrador de una compañía inmobiliaria de la que es dueña la madre, persona de gran posición económica. Roulet es acusado de golpear hasta desfigurar el rostro a una prostituta y Haller lo defiende muy bien, pero en el transcurso de su relación con el acusado va cayendo en la cuenta de que está defendiendo a un asesino psicópata, encubierto en todo por su madre. Fue él quien asesinó a la prostituta por la que paga Hernández. Roulet se mete en la casa de Haller, roba su pistola y asesina a Raul Levin, el detective que ayuda a Haller a acumular pruebas, porque el detective ha descubierto qué tipo es Roulet. Pero Haller tiene las manos atadas, porque es el defensor de este monstruo en tribunales. El novelista desarrolla ampliamente el juicio contra Roulet, del que queda libre por la habilidad de su abogado defensor, pero éste sabe que Roulet es el asesino y que él será su próxima víctima. La tensión llega al máximo en los sucesos que ocurren una vez concluido el juicio: el atentado contra Haller, la persecución de su familia, etc. Todo termina bien sin embargo, no sólo desde el punto de vista físico, sino por el cambio que se opera en la mente de Michael, que acepta un cambio en su enfoque del ejercicio profesional: escuchar más a las confesiones de inocencia de los acusados y menos a su habilidad para liberar de condena a los culpables.
Muy hábil el autor en acumular sorpresas que obligan a leer de corrido esta novela. Los diálogos son fluidos, bien construidos. El mundo interior de los personajes va apareciendo en observaciones dichas como de pasada.
Marzo 2014