Bogotá, Random House Mondadori, 2009, 713 p.
Esta primera novela de Javier Yanes es un novelón, que resume varios géneros: biografía de familia, erotismo, viajes y aventuras, trama policíaca. Se ve que conoce muy bien Kenia, donde se desarrolla el nudo y el desenlace, y a ella le dedica la portada, con un título que hace referencia al león, el señor de las llanuras. Pero también conoce bien la geografía e historia de Torrelodones, en la sierra madrileña, de donde procede él y su familia. Asimismo Madrid, Paris y Austria, así como la Italia del norte que habla alemán. Por todos esos lugares va a transcurrir la trama de esta novela de una familia que abarca cuatro generaciones.
Los personajes que van apareciendo son de lo más variopinto y logran que el lector quede involucrado en su mundo. El protagonista y narrador es Francisco Mencía, Curro, nieto de una mujer especial, Uke, a la que dedica buena parte de la primera parte de la novela. La jovencísima Uke se enamora sin remedio de un escocés que pasó por Torrelodones, que la dejó embarazada y después desapareció sin dejar rastro. El padre de Uke la saca del ambiente pueblerino para cuidar la honra en la España de esos años 30, y la lleva por media Europa, donde conoce a personajes que van a jugar un papel en la trama. El más importante es Delsey, un barón francés, que ha vivido en Torrelodones y se ha hecho amigo de Hamish, el que se enamora de Uke y luego se convertirá en abuelo de Curro.
Curro conoció a ese abuelo escocés, Hamish Sutherland, en 1978, cuando la hermana de Uke, Victoria, le escribe a Kenia después de fallecida su hermana. Hamish viene al entierro y no es bien recibido por nadie de la familia Mencía a excepción del pequeño Curro, que entabla tal relación de cariño con él que pasados catorce años le impulsará a buscarlo en Kenia.
También los edificios tienen gran importancia: Lux Domini, el caserón familiar de los Mencía, abandonado después de la muerte de Uke, pero que Curro no permite que se venda; el hotel Norfolk, centro de las pesquisas en Nairobi; la mansión a orillas del lago Naivasha, en las White Plains de Kenia, un paraíso en la tierra…
La novela tiene todos los ingredientes para ser un bestseller: intriga, escenas apasionadas, otras muy violentas, descripciones muy logradas de paisajes y de animales, retazos de historia real, suspense, sentimentalismo… Dos bellas mujeres tienen un protagonismo absolutamente diferente: Mónica, la diosa esquiva y enigmática, y Makena, que ejerce el oficio más antiguo del mundo y mantiene una relación con Curro de hermosa y desprendida amistad. Kennedy Kamaru, periodista keniano, establece gran amistad con Curro y le ayuda en su objetivo de conseguir al abuelo Hamish.
El final de la novela es previsible en cuanto a su contenido exitoso, pero no en cuanto a sus brochazos inesperados. Permite sospechar y desear que el autor escriba otra novela en la que continúe la aventura de estos protagonistas unidos afectivamente para siempre al lector.
En cuanto al estilo, Javier Yanes escribe muy bien. Inventa comparaciones muy originales y divertidas. Su estilo, desenfadado e irónico al máximo, sabe crear los ambientes apropiados. Una muestra:
“Un día asomó por la comuna una niña pija, presentándose como estudiante de periodismo interesada en hacer un reportaje sobre el modo de vida tan fascinante de aquella jovial familia. Fran pensó que la niña era un despreciable parásito social, pero que tenía la karne muy bien puesta y proporcionada, y dado que él entendía de eso, decidió darse el homenaje de proporcionársela. Por su parte la niña pija pensó que todo aquello era fascinante, fascinante, fascinante, y que aquel artista tan, tan fascinante tenía más huesos y glóbulos que su exangüe Platero. Mónica redactó un reportaje excelente sobre el movimiento okupa, y poco después Fran Dekay recibía de su nueva novia transferencias de fondos como contribución a la causa en una cuenta corriente a su nombre en un banco capitalista, el cual le emitió una tarjeta oro para ayudarle en su lucha contra las multinacionales, los bancos, las petroleras, la tala de bosques, la energía nuclear, la experimentación con animales, la especulación inmobiliaria, los campos de golf, los medios de comunicación vendidos al poder, las corridas de toros, la caza, las armas, los yanquis, la monarquía, el neoliberalismo, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la industria tóxica y el comercio de pieles, e incluso para ayudarle en su lucha contra el propio banco, contra el parasitismo social representado por su novia pija y contra sí mismo como víctima de todo aquel engaño burgués y fascista”. (220-1).
Abril 2014