Barcelona, Random House Mondadori, 6ª ed. 2013 (1ª 2005), 767 p.
Un descubrimiento sensacional va a ocurrir en Irak: unas tablillas de barro en las que un escriba ha grabado la historia de la creación contada por Abraham hace tres mil años. El descubrimiento tiene enorme trascendencia religiosa, cultural y económica; religiosa, porque prueba la existencia de Abraham más allá de lo que dice la Biblia; cultural, porque permite conocer la historia de la humanidad hace cuatro mil años y económica, porque son muchos los museos y los coleccionistas que querrán comprarlas cuando lo sepan. Pero está a punto de comenzar la guerra de Irak, que ha decretado Bush contra Sadam Hussein y las excavaciones ponen en grave peligro la vida de los arqueólogos. Mayor peligro corren aún algunos de ellos de perder la vida, porque tres hombres y una mujer están dispuestos a acabar con Alfred Tannenberg, el financiador, y su nieta Clara, arqueóloga de las excavaciones. ¿Quién les quiere tan mal? La historia de esa pretendida venganza se remonta a los campos de exterminio nazis y en concreto a Mauthausen, donde los cuatro confabulados vivieron de niños experiencias horripilantes que los han marcado de por vida.
Tannenberg formó parte de las SS, fue un asesino sádico y torturó e hizo morir delante de muchos niños a sus madres, entre otras las de los cuatro confabulados para matarle. Cuando vio las cosas mal huyó a Egipto antes de concluir la guerra. Allá formó una compañía junto con tres amigos nazis también huidos, y se han hecho inmensamente ricos expoliando el Medio Oriente y vendiendo sus riquezas arqueológicas. Pero ahora los tres colegas desconfían de él, porque ven que quiere quedarse con las tablillas y dárselas a Clara, su nieta adorada. Estos tres colegas, que viven en tres naciones diferentes, alquilan los servicios de una agencia de sicarios para que roben las tablillas y, si hace falta, asesinen a Clara si se lo quiere impedir.
La novela discurre entre enormes tensiones: la prisa por encontrar la Biblia de barro antes de que estalle la guerra, y las sospechas entre todos los implicados, que desconfían de todos, sabiendo que cualquiera puede ser un asesino. Menos un joven sacerdote italiano, Gian María, que se convierte en protector de Clara por algo que oyó en el confesonario en Roma y que no puede revelar.
Julia Navarro es muy hábil en ir desvelando poco a poco las relaciones entre los protagonistas, las sospechas, las tensiones que se generan. El final no es del todo esperado, al menos no de la forma en que lo narra. No es extraño que sus novelas hayan tenido tantas ediciones en treinta países.
Julio 2014