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Barcelona, Plaza & Janés, 5ª ed. 1998 (1993), 249 p.

El embrujo de Shanghai es una estremecedora fábula sobre los sueños y las derrotas de niños y adultos, asfixiados todos por el aire gris de un presente desahuciado. En la Barcelona de la posguerra -ese espacio ya mítico donde transcurren todas las novelas de Marsé-, el capitán Blay, con su cabeza vendada y sus suspicacias sobre los escapes de gas que están a punto de hacer volar toda la ciudad, se pasea por el barrio sacudido aún por los estertores de la guerra perdida y acompañado por los espectros gimientes de sus hijos muertos. El pequeño Daniel le escolta a través de aquellas calles póstumas, en las que conocerá a los hermanos Chacón, quienes custodian la verja de entrada de la casa en la que convalece Susana, una niña enferma de los pulmones, hija de la señora Anita, bella y ajada taquillera de cine, y de Forcat, un revolucionario, huido del país y nimbado por el fulgor mítico de los furtivos. Pronto llegará a la casa un amigo y compañero de viaje de Forcat, que narrará a los niños la arriesgada aventura que el padre de la niña emprendió en Shanghai, enfrentado a nazis sanguinarios, pistoleros sin piedad y mujeres fatales que le salen al paso en los más sórdidos cabarets de la ciudad prohibida. Que, en definitiva, no quede claro si el héroe vivió o no de verdad las peripecias que se le atribuyen poco importa, pues mientras tanto nace ante los ojos del lector una estupenda novela de aventuras, con todos los alicientes del género. De ahí que el embrujo no se encuentre tanto en la presentación de la vida real como en la de la imaginada, tal vez la única vida verdadera. Dueño más que nunca de una extraordinaria fuerza evocadora y de un estilo deslumbrante, pero engastado en una prosa transparente y a un tiempo hipnótica, Juan Marsé construye aquí lo que es sin duda una de las obras maestras de las narrativas europeas de finales del siglo XX.” (Casa del libro)

Daniel es el protagonista principal, un adolescente que observa todo, que describe a los personajes de esta deliciosa novela. A él le gusta Susana, la adolescente tísica que exagera la enfermedad para tenerlo a su lado. Porque ella está enamorada de Daniel, y lo atrae de mil formas, aunque él – tímido hasta el extremo – no secunda sus numerosos avances. Las idas y venidas de ese inicial amor adolescente son de lo más simpático de esta novela. Blay, el comunista trastornado por las peripecias de la batalla del Ebro, de la que salió herido y en la que murió su hijo, es otro personaje original, al que acompaña todos los días Daniel para recoger firmas contra el escape de gas que supuestamente va a matar a todos.

Forcat es uno de tantos maquis frustrados que se esconde para tramar golpes que nunca ejecuta. Es amigo de Kim, el padre de Susana, y narra a los adolescentes el episodio de Shangai con gran realismo, lo que constituye una novela paralela muy lograda.

Al final de la novela aparece Denis, que revela la traición de Kim, que se ha quedado con su esposa y nunca viajó a Shanghai. Causa un enorme daño en Forcat, Anita y Susana, impide que Daniel visite a Susana y se convierte en dueño y señor de la casa. Cuando la vuelve a encontrar semanas después, Susana es otra, se ha convertido en una mujer cínica y desdeñosa. ¿La causa? Denis la ha convertido en su amante.

Al final, esta novela de supuestos recuerdos de infancia deja un regusto de nostalgia por lo que no fue, pero que en la novela es más real que lo ocurrido de verdad. Lo que sí sucede es en cambio una pintura del abuso humano que en mil formas se enrosca en muchas existencias. Juan Marsé, catalanista, antifranquista, republicano… pero un gran escritor que se gana a todos los públicos.

Mayo 2016

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