Caracas, Cyngular Asesoria 357, 2013, 438 p.
Libro estremecedor, que muestra hasta qué punto está corrompida la justicia en Venezuela. Donde aparece esta palabra en documentos u organismos oficiales no hay que dudar en cambiarla por injusticia. Toda ella al servicio de una dictadura personalista, mentirosa, desalmada, cruel, personificación del mal (con mayúscula y con minúscula).
Iván Simonovis debe ser el prisionero más célebre de Venezuela. Condenado, junto a varios funcionarios de la extinta Policía Metropolitana, a la pena máxima de 30 años de prisión al cabo de un juicio repleto de irregularidades, ha sido convertido por el chavismo en uno de los chivos expiatorios por la violencia del 11 de abril de 2002, cuando este experimentado investigador criminal venezolano se desempeñaba como secretario de seguridad de la alcaldía metropolitana. Ahora decidió contar su historia con un libro que redactó como pudo, para compartir no solo los detalles del horror al que ha sido sometido – incontables humillaciones a cargo de un poder judicial convertido en arma de destrucción de vidas – sino también su vida como un policía que amaba su trabajo y se formó para servir con excelencia, así como la de un padre y esposo que ha debido explicarles a sus hijos por qué un hombre inocente está a merced del capricho de un mandamás. Este testimonio de su puño y letra, desde los calabozos donde lucha por su libertad, se convertirá con el tiempo en un texto imprescindible en la memoria política y judicial de Venezuela. ( Tecni- ciencia libros )
Simonovis detalla el cúmulo de abogados acusadores, fiscales y jueces corrompidos que le hicieron un proceso a todas luces ajeno a la ley, a la justicia y a la legalidad tanto a él como a Henry Vivas y Lázaro Forero. El juez principal abjuró del chavismo, escapó a Costa Rica y desde allá relató la razón última de por qué fue tratado Simonovis de esta infame manera:
“Es un deber inaplazable confesar ante ustedes y ante todos que he cometido el pecado de haber transmitido a los jueces que los juzgaron la orden de condenarles a 30 años de prisión a como diera lugar. Yo estaba cumpliendo órdenes directas del presidente Hugo Chávez Frías, quien así me lo ordenó. No pretendo ser liberado de responsabilidades por eso que hice, ya que nada lo justifica, sólo quiero confesar para descansar un poco mi conciencia, ya que ahora estoy sintiendo en carne propia lo que se siente ser perseguido. (…) Ustedes elevaron recurso de casación ante la Sala Penal, donde yo lo asumí y de inmediato mandé elaborar el proyecto de sentencia, declarando sin lugar por recurso manifiestamente infundado; esto sin siquiera haberlo leído, ya que era demasiado extenso y la orden que me dio el presidente Chávez era “salir de eso de inmediato sin más tardanza”, “condénelos de una vez”. Dr. Ramón Eladio Aponte Aponte. (p. 366)
Compartió celda con presos comunes y con otros presos políticos, pero siempre vigilado y burlado en sus peticiones de mejora. Simonovis sufre de osteoporosis ocasionada por los diez años de cautiverio sin ver apenas el sol. El 20 de septiembre de 2014 se le otorgó casa por cárcel para continuar con su tratamiento médico.
Mayo 2016