Caracas, Editorial Planeta Venezolana, 2016, 255 p.
Ángeles Mastretta nos ofrece un batiburrillo de recuerdos personales de toda laya, familiares, escolares, amorosos, anecdóticos, en los que enlaza una poderosa imaginación con un estilo literario poético y sentimental. En muchas citas aparece su aprecio por los poetas españoles del Siglo de Oro, así como por algunos latinoamericanos.
Es en conjunto un libro de recuerdos de vida enhebrados por una memoria caprichosa, que olvida cosas importantes y retiene minucias pegajosas:
“Hay varias novelas en una sola tarde de preguntas breves y respuestas largas enlazándose en el ir y venir del pasado al presente, sueltas de pronto como una serpentina.
¿Qué ha pasado en la calle donde crecimos? ¿Qué en el terreno donde estuvo la casa que fue nuestro colegio? ¿Cuándo es el cumpleaños setenta de un novio que perdí antes de tenerlo? ¿De qué enfermedad se alivió quién? ¿Cómo lleva la viudez una amiga y desde cuándo debió divorciarse otra? ¿Los hijos de quién se hicieron millonarios vendiendo los terrenos que se robó su abuelo? ¿Qué hombre metió a la cárcel a su sobrino y qué matrimonio ha demandado a su propio hijo? ¿Quién vive en la casa llena de pájaros que fue de una mujer serena, a la que se llevó la muerte, al rato de cumplir cien años y calentar la última taza de leche para su yerno?”
Un párrafo sobre la voracidad de escribir, que me recuerda el de Pablo Neruda “Las palabras”:
“A mí, si de elegir se trata, que me paren en una tienda de sinónimos, en una de metáforas, en otra de adjetivos y en la más exquisita de cuantas haya: la de los sustantivos. Ahí también me pierdo, soy indecisa, impuntual, trastabillante. Pero ahí sé de qué se trata el juego, ahí sí que tengo claro cuáles perillas quiero. Aunque no las encuentre. Igual me decepciono y soy inútil, me da miedo y gasto el tiempo, pero sin duda me divierto siempre y por más perdida que me encuentre sé que no quiero salirme de la tienda. Quiero quedarme ahí, pasmada, inerme, voluntariosa y ávida, en el único sitio repleto de imposibles que me gusta como ningún otro: el de las palabras.”
Libro de recuerdos que se lee a gusto, en el que resalta el paso inmisericorde de los días y los años.
Octubre 2016