Barcelona, Penguin Random House Mondadori, 2015, 648 p.
Martín Maurel es el seudónimo literario de José Luis Martín Gracia, escritor zaragozano nacido en 1963. Es licenciado en filología francesa y guionista de series muy logradas como Isabel, 14 de abril, La República, etc. En esta larga obra recorre la historia de los Reyes Católicos, el descubrimiento de América, las guerras contra Francia, las tensiones con el papa Alejandro VI y su hijo bastardo César Borja. El autor dice que todos los episodios que describe en esta novela histórica son reales y lo que él hace es recrearlos en los diálogos constantes y acciones atrevidas que se suceden sin pausa.
Lo que más me llamó la atención es la pintura de los reyes, sobre todo de los hombres. Todos son cortados por el mismo patrón: ambiciosos sin escrúpulos, taimados, soberbios, prepotentes… todo un conjunto de “virtudes” reales. Ellos son el rey de Francia Carlos VIII, que muere, y su sucesor Luis XII, Fernando el Católico, el archiduque de Flandes Felipe el Hermoso, casado con Juana, hija de los Reyes Católicos, el rey Manuel de Portugal, el papa Alejandro VI, de pésimo ejemplo moral y tan ambicioso político como los demás… También participan de esas “virtudes” los consejeros reales que los reyes envían constantemente de una corte a otra para lograr sus propósitos: el francés Luis de la Trémoille, el obispo flamenco Busleyden, el marqués de Moya Andrés Cabrera, Gutierre Gómez de Fuensalida, Gonzalo Chacón, César Borja, el confesor de la Reina Isabel cardenal Mendoza, luego sustituido por fray Francisco Jiménez de Cisneros, cada uno según su habilidad diplomática, siempre al servicio de las ambiciones de sus amos respectivos. Se nombra mucho a Dios, se dice que se cumple su voluntad, que se quiere extender la fe, pero Colón queda como un hombre ambicioso de riquezas, engañador, avaro. No hay personaje que se salve en este recorrido, a no ser la reina Isabel, pero que de vez en cuando se deja llevar por la ira contra su esposo y otros dignatarios. Su verdadero amor son sus hijos, a los que ve morir uno tras otro: el príncipe Juan, la princesa Isabel, y los nietos que tampoco sobreviven mucho tiempo. Todos han sido casados según las conveniencias políticas con familias reales de otros países y así armar apoyos para las estrategias de conquista. Nápoles es un objetivo importante, que se reparten el rey de Francia y el de España, pero las fronteras pactadas no se respetan.
Un personaje curioso es Juana, la hija de los reyes católicos, que heredará el reino. Su amor loco y desbocado por su marido Felipe le hace preferirlo a todo y a todos, aun en contra de sus padres. Su marido el archiduque de Flandes Felipe el Hermoso la maneja a su antojo, pero a ella no le importa porque está loca por él. Poco a poco se va viendo por qué se ganó el triste sobrenombre de Juana la loca. La manera de reaccionar cuando tiene que separarse de su esposo y quedarse en España es efectivamente de una loca peligrosa. Los insultos que profiere contra su madre la reina Isabel son terribles. La llama cornuda, lerda, puta. Las amenazas violentas contra todos los que la quieren retener, asustan. Logran retenerla para que dé a luz.
Otro personaje de la novela es el papa Alejandro VI. Según dice Wikipedia, “una vez elegido papa como Alejandro VI, desencadenó y se involucró en decenas de situaciones políticas, envuelto en intrigas y en las tormentosas y traicioneras relaciones entre los poderes internacionales. Buscó a través de alianzas políticas y conspiraciones hacer que su familia se consolidase dentro de la nobleza italiana y acrecentar en toda posible ocasión su poderío, tarea que emprendió en conjunto con sus hijos, Juan, César, Lucrecia y Jofre, los cuales sirvieron como instrumentos de sus maquinaciones políticas.”
La muerte del papa Alejandro VI por envenenamiento en un convite pone un fin inesperado a su dudosa política. La reina Isabel enferma gravemente y muere en paz el 26 de noviembre de 1504, después de haber arreglado todo lo que ella consideraba mal hecho. El testamento que hace otorga la regencia a Fernando su esposo hasta que sea mayor de edad su nieto Carlos. Con eso queda descartado el ambicioso Felipe, hombre vil y sin escrúpulos, que utilizaba a Juana su esposa para hacerse con el trono de Castilla y Aragón.
Los diálogos son lo más característico de esta novela histórica, diálogos en los que los personajes muestran todo el cúmulo de pasiones e intrigas que guían su existencia. No es extraño que la novela haya tenido tanto éxito en los MCS.
Noviembre 2016