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Madrid, Espasa Calpe C.A., 2004, 501 p.

 

Nunca creí que iba a encontrar un escrito tan negativo contra la Iglesia católica. No sé quién es el autor desde el punto de vista religioso – posiblemente un ateo –, pero se ha dedicado a buscar todos los aspectos destructivos de la institución eclesiástica, muchos reales, otros muy sesgados que admiten otra explicación que el autor desdeña. Ha ido acumulando testimonios de otros escritores (¿tan sesgados como él?) que muestran el entramado de una institución, la Santa Alianza, que según ellos se ha dedicado a cabildear, amenazar, asesinar, extorsionar, espiar, mentir y disimular… todo “por el bien de la fe y la defensa de la religión”. Nunca creí que podría haber tanto odio y tanto afán destructivo en un escrito.

Como dice un resumen del libro en Google:

Eric Frattini relata en este documentado y sorprendente ensayo la historia del espionaje vaticano. Los cuarenta papas que han gobernado desde la creación de la Santa Alianza, desde Pío V a Juan Pablo II, han tenido que enfrentarse a descristianizaciones y cismas, revoluciones y dictadores, persecuciones y atentados, guerras civiles y mundiales, asesinatos y secuestros. Los sacerdotes-agentes de la Santa Alianza, cuya existencia jamás se ha reconocido por el Estado Vaticano, mataron, robaron, conspiraron y traicionaron en el nombre de Dios y de la fe católica por mandato del Sumo Pontífice.

La Santa Alianza fue fundada por el Papa Pio V en 1566 y se llama así en honor a la alianza que firmaron el Papa y la reina católica María Estuardo con el fin de luchar contra el protestantismo representado por Isabel I de Inglaterra.

La Entidad se rige hoy en día por los mismos principios o pilares de su fundación:

  • Defensa de la Fe,
  • Defensa de la religión católica,
  • Defensa de los intereses del Estado Vaticano y
  • Suma obediencia a Su Santidad el Papa

 

Sorprende el papel tan importante que Frattini atribuye a los jesuitas, brazo armado de los Papas, a quienes obedecen sin rechistar, aunque les manden envenenar, secuestrar o calumniar a los enemigos de la Santa Sede. Desde los primeros tiempos aparecen muchos jesuitas con nombre y cargo, que obedecen disposiciones pontificias que están vetadas en cualquier código legal, mucho más en la conciencia.

También relata muchas actuaciones de figuras de mala reputación como el obispo Paul Marcinckus, presidente del IOR, a quien no le importaba lavar dinero del narcotráfico o de la venta armas en el Banco Ambrosiano, propiedad de la Santa Sede.  Dice el autor (p. 401): La Banca Vaticana ha sido fuente de innumerables escándalos y ha estado envuelta en la pérdida de millones de dólares, quiebras bancarias, venta de armas a países en conflicto, establecimiento de sociedades fantasma en paraísos fiscales, financiación de golpes de estado, lavado de dinero de la mafia y “suicidios” misteriosos, El IOR ha violado cientos de leyes financieras internacionales sin que ninguno de sus dirigentes haya sido juzgado nunca por algún tipo de tribunal terrenal. Desde su fundación el IOR no es un departamento oficial del Estado de la Ciudad del Vaticano. Existe como entidad, pero sin una unión clara con los asuntos eclesiásticos o con otros o con otros organismos de la Santa Sede, y su único órgano de control es el Sumo Pontífice.

De los papas modernos el único que se salva es Juan XXIII, porque todos los demás quedan a la altura del barro, especialmente Pío XII y Juan Pablo II. Pío XII era pronazi y obsesivamente anticomunista y no dijo nada cuando la matanza de serbios ortodoxos por católicos croatas. Juan Pablo II, lo mismo, utilizó mucho dinero para apoyar al polaco Lech Walesa y el sindicato Solidaridad. Todos estos papas, especialmente Paulo VI, conocían supuestamente los turbios manejos del IOR, pero los utilizaban para influir en la política internacional. Según este amasijo de afirmaciones, ¿qué es entonces la Santa Sede? Parece que fuera sola y simplemente la cueva donde se oculta el engaño diabólico, que simula buscar el bien cuando solo actúa en favor del mal. Demasiado simplón y sesgado… Los papas canonizados recientemente serían justamente lo contrario: asesinos por interpuesta persona, manipuladores, intrigantes.

Todo un poema en el sentido de invención, pues.

Marzo 2017

 

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