LA LADRONA DE LIBROS
Markus Zusak
Nueva York, Vintage Español, 2010, 539 p.
Te sumerges en esta narración y ya no puedes salir de ella. Te lleva de la mano una niña de 9 años, Leslie Meminger, que ha sido dada en adopción a la familia Hubermann. Estamos en la Alemania nazi de la preguerra en lo más crudo de la persecución a los judíos y a los comunistas. Los campos de concentración están a rebosar, todo el mundo saluda Heil Hitler! y da un taconazo. El señor Hans Hubermann, pintor de brocha gorda, tiene poco trabajo y su mujer Rosa, que lava y plancha la ropa de varias familias del pueblo, va perdiendo clientes. La niña quiere mucho a su padre adoptivo, que toca el acordeón y le lee todas las noches para aliviarle de las pesadillas que le atormentan porque vio morir a su hermanito de 6 años.
La narradora de toda la historia es nada menos que la muerte, sí, la muerte, que va conmoviéndose como un ser humano más ante todo lo que está ocurriendo, y casi no puede llegar a tiempo ante tantas solicitudes de su presencia, sobre todo cuando comienzan los bombardeos. Los padres adoptivos de Liesel acogen también a Max Vandenburg, un judío que huye de la persecución nazi y a quien recluyen en el sótano para que nadie sepa que está allí. La niña se hace gran amiga de él y le lleva regalos originales: un balón desinflado, un periódico viejo, un botón, un lápiz. Esta amistad le devuelve la vida al judío y su esperanza en un mundo mejor.
Liesel desea poseer un libro y aprovecha las pocas ocasiones para apoderarse de alguno, sobre todo en casa de Frau Ilsa Hermann, esposa del alcalde, que tiene una buena biblioteca. La señora la descubre, pero la consiente y le regala alguno. Y es que el poder de las palabras es un tema de referencia constante en la novela. Poder para lo malo, como lo está demostrando Hitler, que invade todos los espacios con su oratoria guerrerista, y poder para lo bueno, como lo experimenta Liesel en los libros que consigue leer, algunos de ellos robados.
El poder evocador de la narración se muestra en un lenguaje cortado que imita la facilidad con que el pensamiento pasa de una cosa a otra. Muy original es también la personificación de sensaciones, por ejemplo: “un picor que exige una uña”, “una voz pedaleó en su interior”, “la respuesta subió los escalones”, “su rostro tropezó consigo mismo”, “cuando levantó la vista, el cielo se estaba agazapando”.
También es original la grafía de la novela, porque aparecen los cambios de tema enmarcados en letras negritas y con símbolos al inicio. Por ejemplo:
*UN ANUNCIO RECONFORTANTE*
Por favor, a pesar de las amenazas anteriores,
conserva la calma.
Sólo soy una fanfarrona.
No soy violenta.
No soy perversa.
Soy lo que tiene que ser.
Los torpes dibujos de Liesel o del judío escondido aparecen reproducidos en la novela, a fin de que el lector se sumerja más en la narración.
En suma, una novela muy original en cuanto a la presentación gráfica, la evocación de ambientes, el poder de las palabras, los recuerdos de una época que ojalá sea borrada (cosa imposible) por la historia.
Abril 2018