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DOS ESPÍAS EN CARACAS

Moisés Naím

Bogotá, Penguin Random House, 2019, 382 p.

Moisés Naím nos sorprende con esta su primera novela, en la que fusiona lo histórico con el espionaje. Intérprete político muy conocido, escritor de innumerables artículos sobre la realidad actual de Venezuela, ganador de varios premios periodísticos, aborda en esta su primera novela la figura de Hugo Chávez desde su golpe de Estado fracasado en 1992 hasta el fin de sus días. Y lo hace introduciéndolo en una trama de espionaje de dos figuras, una mujer que trabaja para la CIA, y un hombre que trabaja para el G2 cubano. El cubano tiene como tarea ver hasta qué punto los norteamericanos quieren impedir el giro procubano que va dando Chávez, amparado y aconsejado por su mentor Fidel Castro. La norteamericana debe informar sobre el sometimiento cada vez más fuerte del régimen chavista al fidelismo. Ambos espías tienen un gran atractivo seductor para el sexo opuesto y de eso se valen para sacar información.

Pero Naím introduce otros personajes de importancia en esta trama, con fundamento real o totalmente inventados. Por ejemplo, el Pran de la cárcel en la que Hugo Chávez pasó dos años que vive como un sátrapa forrado del dinero que le proporciona su imperio de lavado de dólares provenientes del narcotráfico. Su cómplice principal es un predicador religioso de una secta inventada por él y que se ha ganado la adhesión de muchos hispanohablantes en Texas. Otra figura de relieve es una presentadora de un programa de televisión de gran audiencia, a quien Chávez quiere conquistar y que se ha convertido en su principal opositora.

Pero el eje central de la novela es Hugo Chávez. Naím lo presenta como un narcisista, mejor, como un idólatra de sí mismo, con un carisma excepcional para la oratoria, que lleva a las multitudes a la máxima creencia y adoración por él. Logra ganar la presidencia con el apoyo del pueblo y de muchos políticos importantes y empresarios que creyeron poder dominarlo después. Pero no gobierna; sigue en campaña permanente de promesas cada vez más fabulosas e imposibles de cumplir. Su programa televisivo Aló presidente se impone por decreto en todas las cadenas y desde él gobierna, da órdenes improvisadas, fantasea, evoca, sorprende a todo el mundo y aburre a muchos de su entorno, que tienen que calarse las horas que dura el programa, ¡hasta nueve horas! Realiza viajes a muchísimos países para convocar a un pluripartidismo antinorteamericano y se jacta de tener como amigos a Saddam Hussein y Muamar el Gadhafi. Pero Hugo Chávez no soporta la crítica; tiene unos accesos de ira que asustan y no tolera los buenos consejos de su amigo más cercano, que quiere bajarlo a la realidad. Es además un perseguidor de mujeres bonitas, que se rinden a su carisma. Su segunda esposa, que ahora vive en La Casona, ve cómo se derrumba el castillo de naipes que construyó cuando estaba enamorada de él. Resume así Naím su juicio sobre Chávez: “Un presidente desquiciado con delirio de caudillo inmortal”. “Él es el único responsable de la escasez de gasolina, del desabastecimiento de alimentos, de la violación de la Constitución, de la militarización del país, de la malversación de fondos públicos, de financiar los círculos del terror creados a la sombra del gobierno, de regalar nuestro petróleo a Cuba, de los asesinatos en las calles, de la inseguridad, del desempleo, de la corrupción, del cierre de empresas, de la politización de la petrolera, del irrespeto a las instituciones, de la politización de las fuerzas armadas, del paro del país, de la división de Venezuela”. (p. 158)

Ocurre el golpe de marzo de 2002, que saca a Chávez del poder por apenas tres días. Esto transforma su carácter y lo vuelve más duro y tiránico. Según Naím, estos son los resortes del poder que él va a controlar para no perderlo nunca:

  1. Dinero: controlar el petróleo.
  2. Información: controlar los medios de comunicación.
  3. Intimidación: controlar a la población mediante la violencia selectiva y anónima y a través del acoso judicial.
  4. Concentración: controlar los organismos del Estado que limitan el poder del presidente, en especial la Asamblea Nacional, los tribunales y el Consejo Nacional Electoral, el ente encargado de organizar y supervisar las elecciones.
  5. Poder de fuego: control absoluto de las fuerzas armadas. (p. 186)

El capítulo de las expropiaciones es algo aparte. El famoso “¡Exprópiese!” de Hugo Chávez llevó a la ruina a centenares sino miles de propietarios y empresarios urbanos y agrícolas e hizo decaer la producción de alimentos de manera drástica. El ejemplo de Agroisleña, que comenta el autor, es paradigmático de esta locura. Esa empresa agrícola, que daba créditos y apoyo de todo tipo al 70 por ciento de pequeños productores agrícolas, fue transformada en una Agropatria improductiva y abandonada. La muerte del pequeño propietario Franklin Brito, que se declaró en huelga de hambre ante el despojo de su pequeña finca, no se olvidará fácilmente. Y por contraste, la familia de Hugo Chávez, que poseía una finca de 3 hectáreas, pasó a ser dueña de 450.000 hectáreas de tierras expropiadas en el Estado Barinas.

Fidel Castro aconseja a Hugo en todo, le convence de que nadie debe hacerle sombra. El general Baduel, que salvó a Chávez y lo rescató en la Orchila, es según Fidel su principal adversario, el que lo puede derrotar. No importa que sean compadres, el poder no admite dos cabezas. Baduel fue acusado poco después de corrupción y todavía está en la cárcel desde hace veinte años. En realidad su condena se debió al hecho de que obligó a su compadre a aceptar los resultados del referéndum sobre el cambio constitucional que le fueron desfavorables.

Otro tema que toca Naím en esta novela histórica es la conversión de Chávez a la santería, que le va a dotar de poderes de comunicarse con el mundo del más allá, especialmente con Simón Bolívar, a quien Chávez adora. Le persuaden de que abra el sarcófago de Bolívar y fabrique un amuleto con alguno de sus restos. El periodista David Placer estudió este fenómeno de la santería en Chávez y lo publicó en un libro llamado “Los brujos de Chávez”. Desde entonces, dice él, “los rumores sobre las brujerías y los sacrificios de animales y ritos secretos siempre han envuelto al chavismo”.

La novela deja de ser histórica y pasa a ser inventada cuando entran en acción los dos espías, el cubano y la norteamericana. Va conduciendo la acción hasta que ellos se encuentran y se enamoran, aunque no conocen en qué trabajan. Pero sus agencias desconfían de ellos y deciden eliminarlos. Naím despliega su creatividad en escenas tensas, eróticas y emotivas, hasta que la persecución y su captura les llevan a su separación, no definitiva, por supuesto.

El tema de la ética en el comportamiento humano se puede percibir en el fondo de esta novela. Moisés Naím ya lo escogió en otro libro publicado siete años antes: “Ilícito. Cómo traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo”. Y es que la pregunta de fondo surge una y otra vez: ¿Así son la mayoría de los seres humanos? ¿Es que los vivos, los abusadores, los ególatras, los ambiciosos sin escrúpulos, los asesinos son los que dominan y siempre han dominado el mundo? ¿Qué papel pueden jugar las religiones y una ética humanista para cambiar esa basura amenazadora? Pero basta ver el daño que han hecho – y que en esta novela queda muy bien resaltado – para que el lector se distancie de tales especímenes y trate de dominar sus impulsos a conductas tan desviadas y peligrosas. Ver el oscuro fondo de la miseria humana no significa resignarse y aceptarla.

Marzo 2019

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