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DELHI NO ESTÁ LEJOS

Ruskin Bond

Madrid, Automática Editorial, 2012, 139 p.

El autor de esta novela es muy famoso en la India, pero poco conocido en Occidente. Pasó en Londres algún tiempo de su juventud y comenzó a escribir muy pronto, ya que publicó su primera novela a los 17 años, con la que ganó un premio. Es autor favorito de los niños de la India por sus cuentos y relatos cortos. Ha vivido sobre todo en la zona montañosa al pie del Himalaya.

El relato Delhi no está lejos tiene bastante de autobiográfico, por la carencia de afecto familiar al quedar huérfano muy pronto y por sus afanes de ser escritor desde muy temprana edad. Arun, el joven protagonista, llevado de su alma compasiva, admite a vivir con él a Suraj, un mendigo de su misma edad con ataques de epilepsia, y a Kamla, una prostituta joven, con los que entabla una relación de hermandad maravillosa. Arun quiere ser escritor, pero los editores a los que envía sus relatos se lo van sacudiendo y apenas consigue algunas pocas rupias con sus trabajos. Como dice Javier Morote en la revista Pueblos (octubre 2012), hablando de los tres protagonistas, “Tres personas que nunca hablan de la miseria en la que están obligados a vivir, que no se quejan de las penurias, sino que se aportan la fuerza suficiente unos a otros para poder sobrevivir de una manera casi feliz … Con ellos recorreremos las calles de Pipalnagar, una ciudad inexistente (una especie de Macondo indio), que en realidad nos evoca las calles de cualquier ciudad pequeña de esa India a punto de dar rienda suelta al progreso, que no está habitada solamente por ladrones, mendigos y gurús, sino que se encuentra poblada de gentes que no tienen casi nada, pero viven llenos de esperanzas (y sin prisas) por realizar sus sueños y que saben apreciar el amor y la amistad.”

Es interesante el prólogo, escrito por María López González, profesora en una universidad de Delhi, que tuvo una entrevista con Ruskin Bond, después de haber leído gran parte de sus obras. Ruskin vive en Ivy Cottage, una cabaña montañosa donde recibió a la profesora y donde cobija a diez niños y una niña adoptados. Allí la prologuista apreció aún más a este autor tan especial, tan cercano por el afecto que manifiestan sus personajes y tan lejano al mismo tiempo, por el mundo indio tan desconocido para un occidental. Las lluvias monzónicas, la miseria en las calles, la alegría de vivir son elementos imposibles de conjugar para un europeo, pero normales en la vida de un indio.

“Estructurada en capítulos cortos y con un estilo narrativo sencillo y evocador, la novela nos atrapa, nos deja clavados al asiento emocionándonos profundamente con la dulzura de los personajes, el amor a la vida, las relaciones, los descubrimientos, el sentido de la libertad.” (Javier Morote)

Mayo 2019

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