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LA PURA VERDAD

David Baldacci

Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1999, 404 p.

Un thriller espectacular, en el que se ven implicados personajes del Tribunal Supremo de los Estados Unidos y los altos mandos del Ejército. Como resume muy bien la contraportada, “Rufus Harms, un hombre de raza negra de mediana edad, lleva 25 años encerrado en una prisión militar, donde cumple condena por matar a una niña blanca. Harms sabe que fue él quien la mató, pero aún no entiende por qué lo hizo, cómo llegó hasta el lugar del crimen y qué le hizo volverse tan violento como para cometer tal atrocidad. Un día su hermano le hace llegar una carta del ejército que implica que ha participado en unos experimentos de utilización de drogas. De pronto, Rufus recuerda lo que pasó: él no fue el autor moral del crimen, sino que alguien lo programó para que actuara así. Rufus decide apelar al Tribunal Supremo. Repentinamente, todos los que de algún modo están relacionados con él mueren, incluyendo a Mike Fiske, un abogado que intercepta la apelación. Su hermano se empeña, junto con la antigua novia de Mike, en descubrir la verdad que se esconde detrás de una conspiración que puede hacer tambalear los fundamentos del poder en Washington”.

El autor de la novela, abogado de profesión, conoce bien los intríngulis de lo que significa administrar justicia en todos los niveles hasta llegar al Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Establecer justicia es complejo. En los juicios no es fácil averiguar la verdad de lo sucedido, la culpabilidad o inocencia del acusado, porque los abogados defensores buscan exculpar o al menos atenuar la culpabilidad y los fiscales resaltarla, haciéndola ver como un atentado a la estabilidad de la sociedad. Lo original de la novela es mostrar además cómo entre los jueces influyen envidias entre ellos, ideologías, atracciones y repulsiones que pueden empañar sus funciones.

Por otra parte, en esta novela el acusado último va a ser el ejército en sus niveles más altos, aunque no son mencionados. Administrar una droga a los soldados que van al frente en Vietnam sin su consentimiento, como un experimento para incrementar su arrojo y valentía hasta hacerlos insensibles al crimen, se acerca  realmente mucho a un crimen de lesa humanidad. ¿Ocurrió algo así en aquella guerra y esta novela lo denuncia? Si no fuera así, sería un atrevimiento peligroso por parte del denunciante, aunque lo haga en modo ficcional.

Van apareciendo poco a poco personajes implicados en el asunto, algunos de ellos en forma inesperada, porque parecían ser honestos y justos. Como buena novela negra, el autor sabe introducir relaciones amorosas que obstaculizan o al contrario favorecen el curso de la intriga y sus consecuencias. Hay escenas de salvaje violencia que buscan eliminar a los que intentan descubrir los secretos en que se ocultaron aquellos antiguos hechos que han marcado la vida a muchos soldados infelices.

Un aspecto interesante es el religioso. Rufus Harms es muy devoto de la Biblia y atribuye a la Palabra de Dios la fuerza interior para haber podido pasar 25 años en un calabozo de alta seguridad sin ver el sol. Su hermano, por el contrario, es un incrédulo que se burla de la fe de su hermano, aunque al final le admira.

Si usted es un buen lector, le aseguro que tardará sólo algunas horas en tragarse este novelón. ¿Lo podrá digerir? ¿Quedará afectado por las dudas que se siembran en la correcta administración de la justicia de su país?

La portada de la edición española es un acierto de simbolismo: tres gruesas franjas horizontales, que simbolizan las rejas del calabozo, tras las que asoma un rostro con unos ojos amenazadores. Rufus Harms está al acecho, quiere salir de la cárcel que lo ha tenido 25 años injustamente y le pide al lector que le ayude con su comprensión y oraciones.

Mayo 2015

 

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