LOS DÍAS DE CIPRIANO CASTRO
Mariano Picón-Salas
Caracas, UCAB – Bid & co. Editor, 2011, original 1953
La figura de Cipriano Castro despierta todo género de apreciaciones – positivas y negativas – en la historia venezolana. Originario del Táchira, nacido en 1858, se fue formando como esos pequeños caudillos de espada y de hacienda que surgieron en Venezuela desde los días de la Federación y que impidieron que el país tuviera un gobierno estable y se enrumbara hacia la prosperidad que nunca alcanzó hasta la aparición del petróleo.
Como dice el propio autor en la contraportada, “La figura violenta, contradictoria, alternativamente libertina y heroica de Cipriano Castro, contribuye a darle bizarro color y casi epiléptico impulso a la historia venezolana de los primeros años del 900; su personalidad marca más bien, una hora de crisis de Venezuela. Pero con todos sus defectos, victimario y víctima de una sociedad a la que la pobreza y la aventura informe del país en aquellos años debió tornar demasiado cínica, don Cipriano habrá de chocar trágicamente con todas las nuevas fuerzas del capitalismo e imperialismo foráneos, que pronto aprende a cultivar su cauteloso compadre Juan Vicente Gómez. Sufría como muchos venezolanos la sugestión casi embriagadora de las hazañas de Bolívar, y pensó con romántica ingenuidad que estaba predestinado a volver a juntar los pueblos de América.”
Figuras como Cipriano Castro no han sido infrecuentes en la historia venezolana e incluso latinoamericana. En Venezuela sólo ha habido dos períodos democráticos: de 1936 a 1945 y de 1958 a 1999. Los demás años han estado gobernados por militares o civiles que no han vacilado en enriquecerse con las arcas públicas y matar a quienes los denuncian. En esas circunstancias surgen infinitos seguidores y aduladores a quienes no les importa cambiarse de bando cuando el dictador decae y pasar de “incondicionales” a traidores y delatores. La narración nombra a muchísimos de ellos, algunos de cuyos apellidos han llegado hasta ahora.
Desde la frontera con Colombia Cipriano Castro fue combatiendo con sólo 60 hombres y derrotando a los caudillos locales o a los enviados por el presidente Andrade. Revolución Liberal Restauradora fue el pomposo nombre que dio a su alzamiento. El autor narra algunas de las pintorescas batallas, muchas veces descritas por participantes en ellas, que reconocen el genio militar de Castro. Pero una vez instalado en el Capitolio de Caracas en 1899 se dedicó a proclamas grandilocuentes y a celebraciones nocturnas que le organizaban sus aduladores. No le faltaba por la mañana cuando se despertaba un buen vaso de cognac y por la noche una aventura nocturna preparada por quienes sabían de sus aficiones libidinosas.
Pero como jefe de estado enfrentó a las potencias de Inglaterra, Francia, Holanda y Alemania, que bloquearon los puertos de La Guaira, Puerto Cabello y Maracaibo en 1902 para obligar al país a pagar sus deudas, y logró que Los Estados Unidos hiciera de mediador y así evitar la invasión extranjera. Su vida desordenada le pasó factura y a partir de 1906 sufrió intervenciones quirúrgicas en un destrozado riñón, que le condujeron a accesos de cólera, pero también a liberar a antiguos enemigos presos. Su compadre Juan Vicente Gómez, compañero de fatigas y buen soldado, a quien hizo muy pronto vicepresidente, aprovechó la circunstancia de que Castro fue a Europa a operarse del riñón para alzarse con el poder. No le permitió regresar y Cipriano Castro murió en el exilio en 1924 a los 66 años de edad, mientras que Juan Vicente se convirtió en el dictador de más años en el poder: desde diciembre de 1908 hasta diciembre de 1935, cuando murió con 78 años.
Esta obra escrita por Picón-Salas se agotó en menos de un mes en su primera edición y luego tuvo muchas más. En ella se ve muy bien reflejado lo que ha sido el devenir de este país, que no ha salido todavía de esa historia truculenta de dictadores que han poblado su historia.
Septiembre 2020