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NO DEJARÉ MIS SUEÑOS ATRÁS

Santiago Arconada

Versión digital, octubre 2020, 170 p.

 

El título ya anuncia la intención de su autor. Santiago Arconada, – hijo de Luis Arconada Merino, que fue un conocido escritor español y columnista de periódicos caraqueños –, vivió en el barrio de Carapita y allí se insertó del todo, pues se casó con una muchacha del barrio y allí trabajó. Su idealismo izquierdista duró bastantes años y fue devoto de Hugo Chávez, pero su entusiasmo fue frenado y luego desarticulado por la cáfila de corruptos que han destruido al país, comenzando por el propio Chávez, pero aumentado en tiempos de Maduro. La novela va a reflejar ese desastre terrible en el protagonista, Roseliano García, un maestro también ilusionado con las prédicas izquierdistas, que fue alumno de Jesús Obrero y luego trabajó en una escuela de Fe y Alegría en Lídice. Pero él va viendo y sufriendo la realidad y desencantándose de los eslóganes izquierdistas, sobre todo porque tiene que despedir a su querida hija Paula Josefina, buena enfermera graduada en la UCV, que emigra a Guayaquil, donde su antiguo médico jefe le ha ofrecido un trabajo del que podrá vivir sin las angustias actuales. La despedida es dolorosa, sobre todo porque los dos hijos de ella, Isabel Josefina y Javier Ignacio, de 8 y 13 años de edad, deben quedarse con el abuelo.

Pues los sueños de Roseliano, un hombre consecuente con su idealismo, son evidentemente los sueños de Arconada, que los descarga a lo largo y ancho de las meditaciones y recuerdos de Roseliano, aunque se olvide de la trama en muchos momentos. Es muy largo el análisis, totalmente sesgado en favor de la revolución de Chávez, que va haciendo el hombre mientras sube a Los Frailes de Catia, donde pudo construir su casa durante la denostada Cuarta República. Y ya hacia el final de su nostálgico recuerdo mientras va subiendo derrengado, se pregunta qué pasó, por qué todo eso se vino al traste, por qué los logros de la revolución hasta 2007 se hundieron en el barro maloliente actual.

El punto de ruptura para Roseliano lo hizo la constitución de los Consejos Comunales, que él rechazó cuando vio que las listas estaban decretadas y no había verdadera discusión para formarlos. Y más significativo aún fue el rechazo al referendo consultivo que Chávez motivó para el cambio de la Constitución y hacerla cubana.

Un buen resumen del cambio de pensamiento de Roseliano – que es el suyo propio – lo presenta Arconada al final de la novela:

“A mí me pasó lo que usted sabe que me pasó. Pasé años luchando por una revolución, en la mitad de la vida, en todo el medio cupón, viví la felicidad que significaba haber derrotado electoralmente a AD y Copei y además juntos, como para que no quedara duda, empujando esa ilusión de un país libre, justo y sin corrupción que Hugo Chávez Frías llegó a representar para el pueblo venezolano. Viví el arranque de ese sueño y participé de los primeros logros después de tantos años de lucha, empezando por ese logro gigantesco que se llama Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y, en un momento que busco precisar y no lo consigo, nos pudrieron esa revolución y, como usted me lo supo decir muy bien, nos transformaron al país, a la nación, a la Patria, en una sola robadera, en una robadera insomne, constante, que se extendía, como un cáncer, por todos los ámbitos, por todos los resquicios de la sociedad.” (p. 163)

“Autor también de 500 años que no son tres días, excelente testimonio autobiográfico e histórico emblemático de toda una generación de izquierda, la de los años ’70, «Arconada inaugura un nuevo estilo al que con audacia me atrevo a llamar la literatura ensayo: por momentos no hay ficción alguna, sino honda reflexión política, social, histórica sobre lo que es y ha sido Venezuela, reflexión que no obstante es parte sustantiva de la ficción que se narra y de sus personajes», señala Enrique Ochoa Antich, opositor al chavismo.” (Revista SIC, nº 828, septiembre-octubre 2020)

Lo que está muy claro para Arconada es que la alternativa al chavismo es la guerra civil, como sostienen según él Leopoldo López y María Corina Machado, que instan a Donald Trump a que la haga efectiva, pero eso sería una tragedia peor que la actual. Hay que seguir soñando, no dejar atrás los sueños de una Venezuela trabajadora, solidaria y reconciliada, totalmente contraria a la que nos ha dejado el chavismo.

Diciembre 2020

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